«Vengo de la música, mi experiencia es la música. Y siempre que he sacado un disco me han hecho la misma pregunta: ¿qué pienso de las mujeres en la música? Me di cuenta de que necesitaba investigar un poco eso. Eché un vistazo a las compositoras de finales del siglo XVIII y encontré ahí un escenario perfecto», refiere la cantautora italiana, Margherita Vicario, que debuta en la competición de la Berlinale con su película 'Gloria'. La acción transcurre en el Colegio Sant Ignazio, un antiguo y decrépito instituto musical para niñas cerca de Venecia. Allí es donde vive 'la muda', una sirvienta silenciosa y solitaria a la que se le encargan las tareas más humildes, un Cenicienta con un inusitado talento musical con el que sorprenderá al mismísimo Papa. «Muy poca gente conoce este tipo de instituciones, lugares donde convivían niñas huérfanas con hijas de aristócratas abandonadas por sus familiares y todas ellas recibían conjuntamente educación musical. Pero nadie sabe lo que sucedía exactamente allí dentro, qué música se hacía, y hay muy pocas investigaciones al respecto, por lo que me he sentido muy libre para imaginar», dice la directora. «En realidad es una película que habla sobre la imaginación, una imaginación increíble, que es una realidad en sí misma, se apodera de la historia». Las investigaciones de Vicario llevaron hasta una huérfana de finales del siglo XVIII de la que hay registros porque estuvo casada con un músico y que representa a actriz Galatéa Bellugi y que aparece rodeada de un coro de mujeres músicas, recreado por Carlotta Gamba (Lucía), Verónica Lucchesi (Bettina), Maria Vittoria Dallasta (Marietta) y Sara Mafodda (Prudenza). Vicario tiene dos álbumes de power pop editados ('Minimal Musical', de 2014 y 'Bingo', de 2021) y había explorado elementos performativos y cinematográficos de la música en sus videoclips que ahora ha volcado en la película. En la rueda de prensa posterior la proyección ha defendido el uso de música pop atemporal, que ha compuesto con ayuda del productor David Pavanello, y ha rechazado en parte la etiqueta que la crítica amaga con colocar al film: realismo mágico. «Se investigó muy cuidadosamente y esa fue la única base que pudimos tomar para nuestro vuelo imaginativo. Existe la creación musical de esas chicas y contamos cómo su imaginación enloquece... se trata de creatividad e imaginación y ahí hay siempre algo mágico, que viene de nuestro interior». «Queríamos crear una fábula sobre la imaginación musical femenina», ha explicado. «Siempre ha habido mujeres haciendo música, a menudo con un estatus social ambiguo. En la sociedad convencional no se permitían las mujeres cantantes, artistas, compositoras, no era su rol, pero ellas encontraban cierto grado de libertad: no encajaban en los estereotipos estándar pero eran libres en el marco de un acorde, por ejemplo, que es un contexto protegido». Vicario explica así el hecho de que mujeres que no eran huérfanas entrasen en estas instituciones, por el mero hecho de que allí podían hacer música, y reivindica el nombre de compositoras valiosas a las que la historia de la música ha olvidado. «Si decimos Ludwig todo el mundo sabe de quien hablamos, o si decimos Wolfgang, pero si decimos Francesca Cahini de Mantua nadie la conoce, a pesar de que en su día fue muy famosa. Y fueron muchas. Vivaldi, por ejemplo formó en el Ospedalle de la Pietá, en Venecia, a más de 300 chicas, algunas de las mayores virtuosas del violín de la época, pero insistió en que éste no es un filme histórico, sino una imaginación sobre aquella realidad que ha permanecido a oscuras».
