Starmer viaja a EE UU para recomponer la «relación especial»

Cuando un primer ministro británico llegaba a Washington siempre tenía una idea clara de lo que diría y haría su interlocutor. Pero Donald Trump no funciona bajo las reglas estipuladas. El «premier» Keir Starmer se enfrenta mañana al momento más importante de su mandato con la reunión que mantendrá en la Casa Blanca con el presidente estadounidense. Apenas serán unas horas, pero cualquier minuto, cualquier gesto es clave en plenas turbulencias trasatlánticas ante una guerra que va a determinar no sólo el futuro de Ucrania, sino de toda Europa.

Los líderes del Viejo Continente se han mostrado profundamente alarmados por la aparente preferencia de Trump por hablar con Vladimir Putin en lugar de Volodimir Zelenski, y su negativa a ver siquiera a Rusia como el agresor. Por lo tanto, el complicado trabajo de Starmer es persuadir de alguna manera al presidente estadounidense de que una paz resuelta y justa es de su interés personal, y que eso no puede ni podrá suceder si se le impone a Ucrania un acuerdo contra su voluntad.

Reino Unido busca garantías de seguridad por parte de Washington para una operación de mantenimiento del alto el fuego y considera que cualquier acuerdo implica una negociación más amplia sobre la seguridad europea, incluido un posible pacto sobre fuerzas convencionales entre la OTAN y Rusia.

Europa quiere desesperadamente un asiento en la mesa de negociaciones. De momento, el republicano ha comenzado a hablar sólo con Rusia escogiendo Arabia Saudi como territorio neutral. Si decide finalmente incluir al Viejo Continente es poco probable que le dé más de un asiento. Ucrania ha pedido a Europa que encuentre un solo nombre. Y Starmer se postula ahora como puente transatlántico.

De hecho, para allanar el camino, el «premier» anunció por sorpresa el martes un aumento de la partida presupuestaria de defensa hasta el 2,5% del Producto Interior Bruto (PIB) a partir de abril de 2027 (respecto al 2,3% actual), con el propósito añadido de intentar alcanzar el 3% en la próxima legislatura, lo que considera el «mayor incremento» sostenido desde la Guerra Fría. El anuncio se consideró compromiso ante Trump quien está dejando cada vez más claro a Europa que no puede depender de la protección de Estados Unidos.

Con todo, la «relación especial» entre el Reino Unido y EE UU no parece que esté marcando la agenda de la nueva administración estadounidense. Los ataques a Starmer por parte del magnate Elon Musk, convertido ahora en mano derecha de Trump, han sido constantes. Por su parte, en su discurso en la Conferencia de Seguridad de Múnich, el vicepresidente estadounidense JD Vance señaló que el peligro para Europa no proviene de Rusia o China sino de su interior, recalcando sus preocupaciones sobre la erosión de la libertad de expresión, con mención explícita al Reino Unido.

Asimismo, no se esperan avances sobre un posible acuerdo de libre comercio entre Londres y Washington. En su día fue una de las grandes promesas que realizaron los euroescépticos durante la campaña del Brexit. El pacto protegería ahora al Reino Unido en una eventual guerra de aranceles. Pero dado el estilo de negociación implacable de Trump, además de las promesas del gobierno de Starmer de no diluir las regulaciones de seguridad alimentaria para las importaciones estadounidenses, se presenta como algo lejano o incluso imposible de alcanzar.

Antes de su viaje a Washington, el «premier» estuvo hablando por teléfono con el presidente francés Emmanuel Macron, que se mostró en público cautelosamente optimista tras la reunión mantenida el lunes con Trump. Aunque aún hay muchos puntos en los que avanzar. El inquilino de la Casa Blanca aceptó alguna forma de «respaldo» estadounidense para cualquier posible despliegue futuro de fuerzas europeas para ayudar a mantener la paz en Ucrania. Pero no ha detallado lo que esto podría significar.

Durante varias semanas, tanto Reino Unido como Francia –las dos potencias nucleares de Europa– han estado discutiendo opciones para formar una coalición de fuerzas de paz europeas y aliadas que podrían ser enviadas en caso de un acuerdo de paz que sea aceptable para Ucrania. Esto formaría parte de una garantía de seguridad europea contra una futura agresión rusa, pero sólo podría ser creíble con el apoyo militar y de inteligencia estadounidense.Tras el paso de Starmer por Washington, el viernes será el turno del propio presidente ucraniano Volodimir Zelenski, quien estará en la Casa Blanca para cerrar un acuerdo sobre minerales.

Se estima que alrededor del 5% de las «materias primas esenciales» del mundo se encuentran en Ucrania, incluidas 19 millones de toneladas de reservas probadas de grafito, que se utiliza para fabricar baterías para vehículos eléctricos. Y obviamente eso no es un dato que Trump haya pasado por alto. El presidente estadounidense ha abandonado su ridículamente exagerada demanda de un retorno de 500.000 millones de dólares por el apoyo prestado desde la invasión militar rusa. Pero lo que queda claro es que en la era Trump, la ayuda estadounidense viene con condiciones añadidas.