Pero ahora <strong>de lo que se trata es de que cunda el ejemplo</strong>. El balón está ahora en el campo de los jugadores y árbitros. Y si cada vez que se oyen gritos <strong>simiescos</strong>, cada vez que se llama <strong>maricón</strong>, cada vez que se oyen amenazas, <strong>que suena rítmicamente un cabrón o un hijo de puta</strong>, o se realiza cualquier <strong>apología de la violencia</strong>, el equipo insultado se retira del partido, descuiden que seguramente ya se encargarán los clubes de tomar <strong>ese tipo de medidas que, según se dice, son tan difíciles de tomar</strong>
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