Con trabajo, pero sin vida digna
Las cifras del paro caen, ya nadie habla de la prima de riesgo y Mariano Rajoy anunció esta semana, antes de acabar la campaña catalana, que subirá a 735,9 euros el salario mínimo el próximo año, esto es un 4 por ciento. Los datos macroecnómicos parecen indicar que España está saliendo de la crisis, pero la realidad es que la recuperación económica no se nota en los bolsillos de los trabajadores. Es más, de esta crisis ha salido un nuevo estatus, el de los trabajadores pobres. Puri Fuentes es uno de ellos, se levanta cada día a las 04.30 horas de la mañana para coger el primer Metro que circula en Barcelona. De 06.00 a 09.00 horas de la mañana trabaja limpiando un colegio de niños de P3 y P4 . Luego vuelve a trabajar a las 16.00 hasta las 21.00 horas. «Mi contrato es fijo discontinuo, cuando se acaba el curso escolar, en junio, me voy al paro, me hacen la liquidación como si me despacharan y en septiembre me vuelven a coger», cuenta. Para llegar a fin de mes, necesita la ayuda de Cáritas.
El caso de Puri confirma que tener trabajo ya no es un seguro contra la pobreza. Tiene que ver, y mucho, que los sueldos han subido cinco veces menos que los precios y que la recuperación económica de la que presumen los gobernantes no se ha traducido en empleos de calidad. El paro cae, es verdad, pero también hay más contratos temporales y esto dificulta mucho que se mejoren los sueldos.
Tanto es así, que una investigación elaborada por la Mesa del Tercer Sector, «Empleo de calidad: una respuesta al fenómeno de los trabajadores pobres», alerta de que Cataluña tiene, al menos, 500.000 trabajadores pobres. «Y cada vez son más», alerta Cáritas que está ultimando un informe para apremiar a los políticos a abrir los ojos. Anton Costas ya lo intentó. Antes de despedirse como presidente del Círculo de Economía pidió a todos los políticos que no dejaran en la cuneta a ese tercio de la población al que la crisis ha dejado al borde de la exclusión. Quería impedir que se repitiera la historia de los años 90, cuando la economía española crecía un 5 por ciento y pese a ello, había un 11 por ciento de desempleados que perdió el trabajo durante la recesión y ya no fue capaz de reincorporarse al mercado y, lo que es peor, reconstruir trayectorias vitales estables.
