Rolls-Royce Cullinan. La nueva joya de la Corona
Aunque existe un buen número de fabricantes de automóviles cuyos productos llevan marcada la impronta del lujo, ninguna marca lo hace como Rolls-Royce.
Porque la famosa marca británica de las dos erres cruzadas no es que tenga la fama de construir los mejores y más lujosos automóviles del mundo, sino que representa como ninguna otra lo hace la imagen del lujo supremo y de la exclusividad.
Motivo porque el que Rolls provoca siempre mucha expectación cuando anuncia el lanzamiento de un nuevo coche. Ahora bien, cuando ese coche se sale de lo que se ha hecho hasta el momento, desafiando, en cierta medida, los postulados de la propia marca, surge la duda de cómo será recibido por parte de los puristas.
Esa especie de custodios que, además de encargarse de velar por los principios, de salvaguardar la esencia de la marca, son sus clientes o potenciales compradores.
Con el Cullinan, Rolls-Royce se mete en un sector del mercado en el que nunca había entrado, el de los todocamino. Pero no da puntada sin hilo. Quizá la idea de lanzar un SUV hubiera supuesto para todos los puristas de Rolls, sin excepción, poco menos que una herejía en otro momento. Ahora no. A buen seguro que cautivará a muchos clientes, no tanto a los más tradicionales.
Aunque Rolls sea Rolls o, lo que es lo mismo, un tanto única, lo cierto es que por este tipo de episodio o evolución ya han pasado otros fabricantes, también dotados con el marchamo de la exclusividad a la vez que muy puristas en su concepción del producto. Una firma de deportivos de alto nivel, como es Porsche, se animó (y triunfó plenamente) a comercializar un SUV, el Cayenne.
Incluso se atrevió a ocultar bajo su capó un motor diésel. Ha seguido sus pasos Maserati, con el Levante.
También un buen día Jaguar, especializada en la fabricación de grandes berlinas de gasolina y deportivos de altas prestaciones, bajó a la arena del circo para incrementar su volumen de ventas y poder ser rentable.
Su hoja de ruta incluía motores diésel, vehículos todocamino y modelos más pequeños. En este caso las similitudes con Rolls no son plenas, solo pasan por la oferta del todocamino. La que un día fuera hermana de Rolls, Bentley, también dio el paso. Se atrevió a lanzar el modelo Bentayga, el primer todocamino en la historia de la marca y, por añadidura, el primer Bentley motorizado por una mecánica diésel.
Ahora es el turno de Rolls-Royce con el Cullinan, el primer SUV de su nobiliaria a la vez que dilatada historia.
El Rolls-Royce Cullinan está construido sobre la última plataforma de la compañía, llamada “Architecture of Luxury”. Estrenada por el Phantom 2018, está confeccionada en aluminio y presenta una gran rigidez torsional. Se espera que el Cullinan haga acto de presencia formal a lo largo de 2018.
Mientras tanto, vestido de camuflaje, se somete a una rigurosa puesta a punto en los más inhóspitos rincones del planeta, devorando kilómetros en los escenarios y carreteras más abruptos. Desde los valles cubiertos de hierba de las tierras altas de Escocia a los imponentes cañones de América del Norte. Rodando por escenarios en los que se alternan las temperaturas extremas, como los abrasadores desiertos de África y Oriente Medio, hasta las heladas nieves del Círculo Polar Ártico.
El nuevo todocamino de Rolls toma su nombre del mayor diamante descubierto hasta la fecha, el Cullinan. Hallado en una mina de Sudáfrica, en 1905, pesaba en bruto 3.106 quilates (680 gr) y adoptó esa denominación en honor al propietario de la mina,Thomas Cullinan.
También adoptó el nombre de “Estrella del Sur” en referencia al título de la famosa novela de Julio Verne, cuya trama gira en torno al mundo de los diamantes. En 1906, el diamante Cullinan fue regalado al rey Eduardo VII del Reino Unido, quien ordenó su tallado. Una vez tallado, los diamantes que quedaron pasaron a formar parte de las joyas más preciadas de la Corona Británica.
Curiosamente la joya de la Corona del automovilismo británico, Rolls-Royce, es hoy propiedad del Grupo BMW. Pero como dice Torsten Müller-Ötvös, consejero delegado de Rolls-Royce: “Simplemente, el nombre Cullinan es perfecto y brillante”.