El año sin verano de 1816... ¿como en 2018 en Sevilla?

Era abril de 1815. Un volcán situado en Indonesia entró en erupción ocasionando una de las mayores catástrofes naturales de la historia. Murieron decenas de miles de personas quemadas por la lava o, con el paso del tiempo, porque la ceniza destruyó los cultivos y fallecieron por hambruna. El Monte Tambora, como así se denomina este volcán, provocó una pequeña edad de hielo que comenzó a notarse catorce meses después de la erupción, que dejó sin verano al mundo en 1816 y que dio origen a clásicos de la literatura como Frankestein o Drácula. Cuentan que la nube de partículas bloqueó la luz solar y produjo tres años de enfriamiento planetario. Tanto fue así, que en junio de 1816 en Nueva York hubo una gran tormenta de nieve y que el granizo no cesó de caer en Londres durante todo el verano. En España, el verano de 1816 registró numerosos días de frío y tormentas de granizo. Se le conoció como «el año sin verano». Ahora, 202 años después de aquel episodio, el tiempo está extraño. Las temperaturas máximas no suben de los 25 grados cuando, por media, deberían estar en 30. Podría pensarse que hay cierto parecido con lo sucedido aquel año más aún cuando, en Guatemala, ha entrado en erupción el Volcán de Fuego. Sin embargo, esta anomalía no puede compararse en ningún caso con la de 1816. En primer lugar, la explosión del Monte Tambora fue de 7 sobre 8 en la escala que mide las erupciones, mientras que la del volcán guatemalteco ha sido de débil a moderada. Y, segundo, porque lo que está sucediendo en estas últimas semanas no es nada que no haya pasado antes. El meteorólogo Juan Algar recuerda que en la década de los 70 del siglo pasado ya hubo veranos frescos y que lo que ocurre ahora, pese a que está siendo persistente, forma parte de la variabilidad climática característica de la Península Ibérica, sobre todo de Sevilla, donde «nunca hay un año normal» en cuanto al tiempo.