Las calas más secretas de Alicante
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Cala Racó del Conill (Villajoyosa)
De tradición nudista (y en la que más cómodos se sentirán aquellos que la practiquen, puesto que suelen ser mayoría), aguas cristalinas y aire bohemio. El Racó del Conill es una pequeña cala dividida en dos partes separadas por un pequeño saliente de piedra, en la que cada centímetro es bueno para extender la toalla y disfrutar del paisaje. El acceso es sencillo y su entorno de monte deja una estampa espectacular.
Cala del Charco (Villajoyosa)
Esta pequeña cala es ideal para visitarla en familia. Al estar poco frecuentada, brinda un ambiente más seguro para disfrutar con los más pequeños y pasar una jornada tranquila. Eso sí, impresindible llevar las cangrejeras, ya que su terreno es de piedras y rocas.
Cala Coveta Fumà (El Campello)
A este rincón «casi secreto» tan solo se puede acceder a pie desde la playa homónima, por ello hay quienes desconocen que allí se encuentra una de las estampas marinas más bonitas de la Comunidad: un arcoíris de peces que nadan en aguas transparentes sobre un fondo de vegetación asombrosa. Un paraíso para los amantes del buceo.
Baños de la Reina (El Campello)
Un lugar con siglos de historia. Esta zona rocosa fue en la época romana una piscifactoría; de ahí que las cavidades formen rectángulos profundos en los que poder disfrutar de un baño tranquilo. Por desgracia, la erosión hace mella cada año en este paraje bello y desconocido para muchos.
Cala Ambolo (Jávea)
Cada uno de los peldaños de la casi eterna escalera por la que se accede a esta espectacular cala merece la pena. El acceso es complicado, pero eso solo sirve para valorar más el esfuerzo: Ambolo es uno de los rincones más espectaculares del litoral valenciano, además de lugar de peregrinaje para los buscadores de aguas transparentes, puntos de buceo y buenos saltos.
Cala Baladrar (Benisa)
Desde esta cala de piedra se pueden apreciar los más bonitos amaneceres de la Comunidad. Pero la postal se completa con una impresionante panorámica mediterránea con el Peñón de Ifach al fondo, el perfecto atardecer a orillas del mar para planes románticos.
Cala Llebeig (Benitachell)
Solo accesible a pie o desde el mar, esta pequeña cala en la que todavía pueden encontrarse antiguos refugios de pescadores es toda una reserva floral escondida entre dos peñones que crean esta peculiar playa: un mordisco del mar a la tierra con agua cristalina, su propia zona de cuevas y tranquilidad absoluta.
Cala de los Tiestos (Benitachell)
Su difícil acceso permite que se mantenga más virgen que otras calas y da sentido a la aventura de llegar hasta ella. Tras una ruta que incluye un descenso de cuerdas en tramo acantilado, aparece una cala de grava de increíble belleza, aguas puras y calma predominante.
Cala del Francés (Jávea)
Llegar hasta este pequeño paraíso no es difícil por esfuerzo físico, pero quizá sí por su ubicación. Situada entre Cala Blanca y el cabo de San Martín, el acceso por la senda de arriba de la montaña es el más cómodo, aunque también se puede llegar a nado desde la cala contigua. Vistas al Montgó, aguas turquesas y piedras redondeadas son parte de su encanto.