La consulta sobre el aeropuerto de la CDMX
Siempre es tentativo pensar que consultar a la población sobre alguna decisión de política, es la mejor estrategia, ya que impera la regla de la mayoría, sin embargo, hay ocasiones en que lo que se discute es técnicamente tan complejo, que invariablemente es mejor dejar la decisión en manos de los expertos. Por ejemplo, sería una tontería que el Banco de México les consulte a los mexicanos si debe contraer la cantidad de efectivo en las calles, a través de la emisión de bonos, ya que menos del 1% de la población en México tendría elementos suficientes para fijar una postura informada.
Por ello, resulta sumamente peligroso el ejercicio de consulta que propone Andrés Manuel López Obrador, para decidir si se continúa con la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, debido a que se trata de tratará de una elección basada en las emociones y los prejuicios de los votantes.
No intento sobredimensionar el peso de la opinión de los expertos o defenderlo a toda costa y pensar que su postura es imparcial en este asunto, lo que si creo es que es más benéfico para el país, iniciar una discusión pública en donde expertos con diferentes puntos de vista debatan ante la sociedad los pros y los contras, para que derivado del ejercicio se puedan llevar a cabo ajustes al plan original, pero no tirar a la basura todo el plan.
Además, debemos tomar en cuenta que se trata de una decisión, no sobre un proyecto futuro, sino sobre uno que ya se encuentra en construcción, de hecho, para cuando López Obrador tome protesta, se habrían invertido unos 190 mil millones de pesos y además se encontrarían comprometidos otros tantos, por lo que cancelar la obra quizá salga casi tan caro como continuarla, llevándonos al peor de los mundos, porque los mexicanos habríamos pagado un aeropuerto que no vamos a utilizar.
A lo anterior debemos sumar la propia complejidad de la consulta, ya que la próxima elección federal es en tres años, por lo que se tendría que invertir millones de pesos en la logística de instalar centros de votación en todo el país y garantizar que la misma sea organizada por el INE o algún organismo que genere confianza en los resultados (que en este país hay muy pocas).
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