Si Emilio fuera Emilia no lo tendría negro en la UIMP
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La liquidación de Lora-Tamayo forma parte de una agenda política (por llamar aquello de alguna manera) donde el feminismo es un motor. Y claro, hay efecto contagio en los organismos e instituciones bajo control o admiración socialista. Y el gota a gota cala. La prensa progre, por ejemplo, acoge estos días críticas al intolerable «micromachismo» que esconde un anuncio de la DGT en que una voz femenina le dice al conductor del coche «cariño, llegamos tarde, acelera que vamos a ser los últimos como siempre…». Y eso, al parecer, es hacer responsable a la mujer de los accidentes, un ser «repelente, que incita al mal», dice textualmente la disparatada queja. Micromachismo en la tierra de la megasandeces.
Mal aspecto para el sentido común tiene un panorama donde el Ayuntamiento de Palma organiza las entrañables «Chochocharlas: empoderándonos desde nuestros coños», con dinero público, ¡faltaría más!, que si eso lo tiene que pagar de su bolsillo el alcalde palmesano, Antoni Noguera, no hay ch... arla que valga. Noguera se hizo famoso por protagonizar un vídeo en el que salía diciendo «hostia la puta, estoy de España hasta los putos cojones» (sic) y se metía en el Ayuntamiento. Este demóstenes es que el manda en Palma.
Sí, desde lo importante (la cacicada en una universidad pública) a lo ridículamente bobo (las charlas venéreas de Noguera), la libertad y el sentido común tienen una malísima pinta en España. Rematemos este tríptico de miserias con la queja del Partido Animalista, que protesta por el ordeño de las vacas, que al parecer están «esclavizadas, y son también féminas oprimidas por el mismo sistema. No seas cómplice». Parece broma pero no, es la España de Sánchez.