Tal como son
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Pero hay quien considera estos datos poco concluyentes. Íñigo Errejón, madrileño de 34 años, que debería estar fuera de la política por haber robado una beca, pasa por ser la mente templada de Podemos. Es alto, flaquito y con una cara blanquecina y aniñada, con expresión de no haber roto un plato. Ha concedido una entrevista a «The Clinic», un semanario político satírico chileno de corte liberal. Sus respuestas son una empanada conceptual comunistoide más bien ininteligible. Pero cuando le preguntan por el balance del régimen bolivariano se le entiende claramente: «El proceso político de Venezuela ha conseguido importantes avances en una transformación de sentido socialista e inequívocamente democrática, donde se respetan los derechos y libertades de la oposición». Pasmado, el entrevistador le pregunta por la miseria económica (hoy el 90% de los venezolanos son pobres): «Los venezolanos comen tres veces al día», responde Errejón, que también defiende unos quiméricos éxitos de la sanidad bolivariana. Si hay algún problemilla, lo achaca a una oposición retrógrada y a «poderes extranjeros y oligarquías que torpedean a los gobiernos que quieren hacer cambios sociales».
¿Por qué miente Errejón con tal desparpajo? ¿Es un iluso o un fanático? ¿Tendrá que ver con la mano amiga que financió el nacimiento de Podemos... o será simplemente que el bueno de Íñigo está un poco mal informado?
Un partido que apoya sin sonrojarse las tropelías de una de las dictaduras más torpes del mundo es simplemente lo que parece: un cáncer para España, que por cortesía del PSOE ya está empezando a corroer los pilares del país.