Sánchez sobrevive con trampas
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Su última propuesta para la reforma de la ley de Educación revela que este PSOE tiene poco que ver con el que defendía una socialdemocracia moderna y sólida. Todo en Sánchez está orientado a una falsa grandilocuencia «social». Edulcora su propósito revisionista y sectario con conceptos políticamente correctos, y utiliza los medios públicos de comunicación y el CIS como gabinetes de propaganda personal. Sin embargo, sus errores están calando en la sociedad tanto como sus rectificaciones. Sánchez se ha revelado en apenas cuatro meses como el presidente más impostado de nuestra democracia, más allá de ser el único al que nadie ha elegido mayoritariamente en las urnas. Ha mentido sobre su tesis doctoral, sobre la política de inmigración o sobre los presupuestos del Estado; improvisa con su sectaria visión de la memoria histórica y la exhumación de los restos de Franco, y la UE le reprocha su política económica. Ese es Sánchez, que también permite contradecirse a sus ministros sin rubor alguno, convirtiendo la mesa del Consejo de Ministros en una tomadura de pelo para los españoles.