Pareja de hondureños renunció a crisis en su país
En Honduras se dio a conocer que se armaba una caravana migrante que partiría rumbo a Norteamérica, la noticia se fue replicando hasta que convocó a miles, alrededor de 12 mil ciudadanos del país centroamericano que ahora andan por distintos puntos de México.
Entre el grupo se encuentra una pareja de casados de Copan, ella fue quien se enteró de la caravana por la televisión, y ese mismo día decidieron emprender el viaje en busca de una vida distinta para ellos y sus hijos. , dice.
La pareja tomó el viernes un ‘ride’ en Querétaro que resultó ser directo hasta Guadalajara, a donde llegaron ese mismo día junto a otros 25 migrantes, fueron de los primeros viajeros de esta caravana en tocar tierras tapatías como parte de su ruta rumbo a la frontera norte que esperan poder cruzar para llegar a los Estados Unidos, su destino final.
“La verdad que esa es la meta, porque ”, dice la mujer quien se mantiene sonriente y con buen ánimo a pesar de las peripecias con las que se han topado en un mes de viaje, salieron de Honduras el pasado 20 de octubre.
En su país, enlista, la pobreza, inseguridad y amenazas, escases de empleo, represión, aumento del precio en los servicios básicos, se han convertido en factores que la mayoría ya no puede afrontar, y que como a ella, los llevaron a tomar la decisión de andar miles de kilómetros a pie hacia el norte.
En Honduras se quedaron sus cuatro hijos encargados con su mamá, y aunque “ya están grandes, sí me duele haberlos dejado”. Pero no quería que dejaran sus estudios, ni arriesgarlos a lo que había escuchado se encontraba en el camino, y que ya corroboró.
pero sí, en el camino vimos cómo nos secuestraron a 16 personas, las subieron a una camioneta pero nosotros rápido corrimos”, recuerda la mujer, quien hasta antes del 2009 alojaba y cuidaba a extranjeros que llegaban a Honduras a estudiar español. Luego del golpe de estado que se vivió en aquél año, los estudiantes dejaron de llegar. “Nos sostuvimos hasta el 2011 todavía con pocos jóvenes, pero del 2011 para acá ya dejaron de ir por la inseguridad (…) es que desde entonces mi país no está bien”, lamenta.
En el albergue migrante de El Refugio, en Tlaquepaque, se mantiene servicial y amable, es una de las pocas mujeres que había este sábado en la casa; su esposo, también sonriente y de buen humor, prepara las mochilas y organiza las pocas pertenencias que se trajeron para seguir el camino que esperan los lleve a un destino mejor y más próspero para ellos y su familia.
GPE