Ogasawara, el veterano capitán que fue héroe en Fukushima
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En 1991, ya con 38 años, el «Pele blanco» jugó tres temporadas en el Kashima y luego estuvo seis más, primero como segundo entrenador y luego como principal. Desde su llegada, el equipo japonés ha ganado una Champions asiática, ocho ligas, seis copas, cuatro copas del emperador, cinco supercopas y dos copas Suruga. El acceso principal del feudo del ashima tiene una estatua y una placa con sus huellas y desde hace cinco meses ejercer de nuevo de ayudante del primer equipo. Una función que también comienza a realizar Ogasawara, que tras más de veinte años en el Kashima ha quedado relegado a un papel menor en el campo, pero cuya historia deportiva y personal es gigante.
Su carrera íntegra ha sido en el Antlers, salvo una corta cesión al Messina en 2006, y desde 2008 es el capitán. Hablamos de un jugador con buen toque de balón y rápido de ideas, dos de las virtudes de su ídolo Xavi Hernández, contra quién perdió la final del Mundial sub 20 en Nigeria, en 1999 (España 4-0 Japón).
Ogasawara recela del contacto físico para saludar. Ni abrazos ni palmaditas en el brazo ni, por supuesto, besos. Una inclinación con la cabeza es suficiente. Su cultura y educación está marcada por el respeto y la solidaridad, como demostró tras el tsunami de 2011.
Rikuzentakata es la ciudad de la mujer y del resto de la familia política de Ogasawara, una localidad arrasada por la fuerza del agua. Por suerte, sus suegros y los parientes más cercanos de su esposa salieron vivos, pero todo quedó destruido. Casas, escuelas, hospitales… Por la calle, cadáveres cada pocos metros, y Ogasawara al pie del cañón.
Se desplazó en su propio coche hasta Rikuzentaka, en una ruta de doce horas y se puso el mono de trabajo. Comida, agua, mantas, medicinas y ropa eran la prioridad para una ciudad en ruinas donde los afortunados supervivientes habían quedado alojados en centros de evacuación. Ogasawara formó parte de la red de distribución y solidaridad que hizo posible la reconstrucción de Rikuzentaka. A la par, también colaboró organizando partidos benéficos, como el de verano de 2012 en el que tuvo a Del Piero como invitado estrella.
«Cuando llegué a la ciudad nada era reconocible. La situación era límite y toda ayuda era poca. Hice lo que tenía que hacer porque los segundos contaban», explicó ayer a ABC en un encuentro fugaz tras el entrenamiento nipón. Sencillo y discreto. Es la bonhomía de Mitsuo Ogasawara.