El Clínic estrena una técnica con material radiactivo para buscar y extirpar tumores
Cuando el tsunami que en 2011 arrasó el noroeste de Japón causó daños en la central nuclear de Fukushima, el gobierno evacuó a los vecinos que vivían en un radio de 20 kilómetros. Porque el material radioactivo que se estaba escapando de la central nuclear podía impactar en el ADN de las células, provocar mutaciones y dar lugar a algún tipo de cáncer. En Fukushima, los niveles de radiación superaron los 8 milisieverts por hora, el triple de la cantidad normal a la que una persona puede estar expuesta durante un año. Pero no toda radiación es mala. Controlada, no sólo no representa ningún riesgo, sino que puede utilizarse para ayudar a curar un cáncer. Para muestra, la técnica que ayer presentó el equipo médico del Hospital Clínico liderado por el doctor Sergi Vidal-Sicart, especialista en Medicina Nuclear, y la doctora Inmaculada Alonso, ginécologa y cirujana. Se trata de una semilla radioactiva de sólo 4 milímetros de longitud y 0,5 milímetros de diámetro que ayuda al equipo médico a localizar con precisión el tumor dentro del quirófano para extirparlo sin lesionar el tejido sano.
La cápsula radioactiva es de titanio y contiene yodo 125. Se introduce uno o varios días antes de operar a través de una aguja en el centro del tumor que los médicos detectan con ayuda de una ecografía, pues suelen tratarse de tumores no palpables. Isabel Sancho, una de las pacientes intervenidas con esta técnica, asegura que el pinchazo no le hizo daño y pudo hacer vida normal hasta pasar por quirófano. Es una de las 12 personas que desde octubre se han intervenido en el Hospital Clínic, 11 tenían un cáncer de mama, como Isabel, y uno en la glándula paratiroide.