Niñas que cenan todos los días lo equivalente a 30 hamburguesas con queso
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En Mauritania hay granjas de engorde de niñas para que sean atractivas a futuros esposos. Si no ganan kilos, se les da hasta pastillas de cortisona en leche de camella que «traduce» proteínas en hidratos. Es un mundo muy cerrado por las condenas internacionales y la cadena de televisión británica TV4 ha logrado entrar este mes de diciembre. Una de sus periodistas ha hecho un día con esa dieta de engorde para comprobar el disparate alimentario que ocurre a 45 minutos de Canarias en avión.
El país tiene una densidad de 3,9 personas por kilómetro cuadrado, es decir, es el cuarto país menos poblado de África. Los cambios sociales van muy lentos aunque el país está facilitando la generación de empleo atando inversiones a impacto local de la población. España está financiado programas en la mejora de la alimentación y apoyando la defensa de la igualdad en este país.
La cultura local, a pesar de la existencia de una amplia audiencia digital, tiene unas tradiciones saharauis que no hay manera, de momento, de transformar. Aunque en Las Palmas hubo una reina del Carnaval de Mauritania y que ahora es modelo, hay un ancestral primitivismo alimentario que no logra ser eliminado a pesar los casos de muertes y gasto sanitario que producen.
De media, una niñas concentrada en zona de engorde tiene como alimentación para su cena casi el doble de lo que come un boxeador de pesos pesados y casi cinco veces la recomendación de la OMS para pequeña de once años. Es decir: lo que quivale a 30 hamburguesas con queso.
En estas granjas de engorde de niñas se las hace consumir 16.000 calorías diarias. Se organizan campamentos en el desierto donde niñas de once años, y menos, son forzadas a comer en la denominada temporada de engorde y que dura dos meses.
Las niñas se tienen que embostar con papilla de cereales y leche de camella con azúcar para que ganen peso. Obigadas a alimentarse por sus madres y tías. Entre antes sean casadas, antes entra dinero en la casa y una boca menos hay que mantener.
Las pequeñas serían sometidas a un acoso moral desde los cinco años para que ganen peso. Desde pequeñas reciben raciones industriales para que su estómago se vaya adaptando a cantidades muy superiores a los de una persona adulta normal. Si no hay comida, se puede recurrir a pastillas de engorde animal.
De los efectos secundarios nadie habla en los sitios de la capital del país, Nouakchott, donde hay vendedores de compuestos lácteos con medicación en la calle. La dexametasona y la ciproheptadina son los componentes que se emplea para el engorde de niñas. El 25% de las menores mauritanas son alimentadas a la fuerza. En las zonas aisladas de campo puede llegar al 75%.