Durante la mayor parte de la historia de nuestra especie, nosotros solo fuimos uno entre los muchos grupos de homínidos que han existido. Y si hay algo que los estudios comparativos de ADN antiguo y moderno han dejado claro es que los diferentes linajes humanos cruzaron sus genes en numerosas ocasiones, influyéndose mutuamente y, a menudo, cambiándose para siempre. Lo cual, por supuesto, también incluye el intercambio genético que se produjo entre los antepasados directos de los humanos modernos, nosotros, y nuestros 'primos', los neandertales.