UNA de las experiencias más placenteras de esta vida es acudir a un gabinete pulcro, discreto y confortable para abandonarse en las manos expertas de dos mujeres profesionales. No es barato, advierto, ni está bien visto que el cliente reclame, al concertar la cita telefónica, la administración de sustancias estupefacientes que incrementen la sensación de bienestar y mitiguen la ansiedad, ya que la sesión –más de una hora, sin prisa– transita todo el rato por esa evanescente frontera que separa sin separar del todo el placer del dolor. Читать дальше...