La dolarización de alimentos y aseo en Cuba: una nueva herramienta para dividir a los cubanos
LA HABANA, Cuba. – En la Mesa Redonda del pasado jueves 16 de julio fueron anunciadas nuevas medidas supuestamente encaminadas a mejorar la economía del país. Dentro del habitual galimatías resaltaban dos disposiciones: la eliminación del gravamen impuesto por el régimen cubano al dólar estadounidense y la venta, a partir del lunes 20 de julio, de alimentos y artículos de aseo y ferretería exclusivamente en esa moneda y a través de tarjeta magnética. Con este fin se habilitarían en todo el país 72 tiendas de la Cadena Caribe y la Corporación CIMEX.
Para dar la sensación de que esas medidas contaban con la aprobación del pueblo, Díaz-Canel argumentó que habían sido sometidas a debate público (por ejemplo, en las redes sociales) y que se habían tenido en cuenta opiniones de todos los sectores, incluso de los “contrarios a la revolución”.
Lo cierto es que la premura con que entrarían en vigor las disposiciones evidencia una vez más que “cuando se quiere, se puede”: cuando al gobierno de la Isla le conviene determinado proceder, nada le impide ponerlo en práctica de un día para otro.
Al mismo tiempo aseguraron que no se dejaría de vender en CUC ni en CUP. Lo primero que muchos se preguntaron fue cómo el gobierno podría sustentar ahora dos mercados paralelos, cuando desde hace meses la gran mayoría de las tiendas ya existentes –en CUC– están prácticamente vacías. Lo cierto es que quienes este lunes entraron a alguna de las nuevas tiendas pudieron comprobar que estaban más que bien surtidas.
“Había de todo lo que no te puedas imaginar”, contó una vecina. Ha sido una indignante sorpresa ver lo bien provistos que están los nuevos establecimientos. ¿De dónde salió tanta mercancía, y por qué las tiendas llevan tantos meses vacías, mientras el pueblo pasa hambre? ¿Dónde está el embargo?
Díaz-Canel plantea que EE.UU. acude a todos los recursos para que otros países no le vendan a Cuba. A esto lo llaman el “recrudecimiento del bloqueo”. Sin embargo, ¿quién les impide comerciar con países “amigos” como China o Rusia? La realidad es que cada vez es más difícil encontrar quien les dé crédito, pues ya pocos ignoran que el gobierno cubano no paga sus deudas. La propia explicación gubernamental pone de manifiesto que para poder comprar necesitan dinero, y tienen tal desesperación (o tan poca vergüenza) que están dispuestos incluso a sacárselo a ese exilio próspero que una vez expulsaron, despreciaron e insultaron. Porque, según una vecina: “La gente busca la forma de mandarle a su familia, y ellos lo saben”.
En cuanto a qué clase de artículos piensan “dejar” en CUC, es lógico temer que, como sucedió al surgir las llamadas shopping –que antes de crear los “chavitos” operaban en “verdes”–, lo que vale la pena será vendido en dólares, y en pesos (convertibles o no) quedará lo menos atractivo.Este nuevo método viene a acentuar la brecha entre cubanos. Aunque no paren de cacarear que “todos somos iguales” y que “la revolución no dejará a nadie desamparado”, en nuestra sociedad existen tres castas: la clase superior, la nueva burguesía, es la casta de los dirigentes, que viven como millonarios a costa del pueblo; la casta intermedia es la de los ciudadanos que reciben divisas y viven un poco mejor que el resto; y por último, pasando hambre, los que no tienen quien les mande dinero ni pertenecen a la “piña” de los dirigentes.
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