Aquellos dispuestos a perdonar las negligencias gubernamentales en el control de la pandemia, pensarán que siempre será mejor llegar tarde que no llegar. Pero sólo un poco mejor. Que se lo pregunten si acaso a los infectados sobrevenidos por la falta de pruebas en los aeropuertos o por los desproporcionados impuestos con los que la ministra María Jesús Montero ha estado engordando lo suyo, gracias al IVA confiscatorio de las mascarillas (más de 1.500 millones extra para gastar con los nuevos amigos de Bildu y ERC); las mascarillas, sí, ese objeto profiláctico pero voluntario al principio, obligatorio después y en todo caso suntuario, si contamos los meses que ha tardado el sanchismo en bajar la tasa fiscal del 21% al...
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