15 años del AVE que modernizó a Toledo
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Se calcula que en lo que va de año (con datos profesionales ofrecidos desde Renfe), el acumulado de viajeros en 2020 es de menos de 500.000 viajeros, lo que representa aproximadamente un 70% menos que en 2019.
Renfe ha cuidado al máximo esta línea desde la llegada del AVE a Toledo, pero la situación actual por la crisis sanitaria ha hecho que los servicios se estén prestando al 50% con respecto a los trayectos habituales que prestaba antes de marzo, cuando se decretó el Estado de Alarma.
Insisten desde Renfe en que los servicios se irán recuperando a tenor de la demanda, como el resto de servicios ferroviarios. Además, se han establecido medidas de limpieza e higiene específicas en sus trenes, así como diferentes protocolos para hacer el viaje más seguro, medidas que han obtenido la certificación Aenor frente al Covid-19 para el transporte de viajeros, afirman desde la compañía.
Zapatero, Bono, Álvarez y Aguirre en la inauguración del AVE en 2005
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EFE
También han seguido apostando por la puntualidad en el recorrido, que se hace en aproximadamente 30 minutos. En cuanto al precio del billete sencillo se ha incrementado hasta los 13,90 euros. Si se elige un billete de ida/vuelta cada trayecto son 11,10 euros. También existen diferentes tipos de abonos para los viajeros recurrentes, que utilizan el servicio de forma habitual, con importantes descuentos.
El tren y su historia
La llegada del AVE a Toledo siempre estuvo marcada por las promesas electorales que realizaban los políticos para atraer a sus votantes. Desde comienzos de los años 90 ya se reivindicaba la llegada del tren a Toledo, aprovechando la construcción del AVE Madrid-Sevilla.
Fue precisamente el Gobierno del expresidente José María Aznar el que retomó el proyecto. Se construyó un acceso ferroviario de alta velocidad hasta Toledo de 21 kilómetros partiendo de la primera infraestructura en la comarca de La Sagra.
Pero no fue hasta mayo de 2003, cuando en los almacenes traseros de la Estación de Ferrocarril de Toledo, se escenificó la puesta en escena de la llegada del AVE con la presencia de Aznar, que fue el encargado de colocar la primera traviesa del AVE.
De Aznar a Bono
En esos momentos, la empresa Necso-Entrecanales-Cubiertas, adjudicataria del tramo Toledo-Mocejón, ya estaba trabajando en su construcción. Fue un acto histórico y polémico. Faltaban pocos días para las elecciones municipales y autonómicas y José María Aznar se rodeó de un séquito de dirigentes y candidatos populares, como el entonces alcalde, José Manuel Molina, que repetiría en el cargo, y Adolfo Suárez Illana, que perdió las elecciones autonómicas frente a José Bono, que volvió a ganar, aunque ese día excusó su presencia en el evento porque dijo que no participaba «en actos que bajo la apariencia de oficiales encubran intención partidista o puedan interpretarse como propaganda electoral».
Dos años después, Bono, sin embargo, se convirtió en uno de los grandes protagonistas de la inauguración oficial. Fue durante la época del también expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, que inauguró el 15 de noviembre de 2015 el tren de alta velocidad entre Madrid y Toledo, un acto que también derivó en un nuevo enfrentamiento entre políticos de distinto signo político.
Polémica servida
Según recogen las crónicas de la época, todo se debió a que la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, no pudo intervenir en el acto. La polémica estaba servida porque José Bono, que ya era expresidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, y llevaba unos meses como ministro de Defensa en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, sí intervino en la ceremonia en la Estación de Toledo, en donde también intervenieron el entonces jefe del Ejecutivo, el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda y la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez.
La estación, en un edificio neomudéujar
La estación del ferrocaril de Toledo es un hermoso edificio neomudéjar que en 2019 cumplió un siglo siendo una puerta monumental a una ciudad Patrimonio de la Humanidad, reclamo turístico para millones de viajeros.
Algo que permanece intacto y que los pasajeros pueden contemplar cuando llegan en el AVE a la Ciudad Imperial es el edificio de la estación -declarada Bien de Interés Cultural- abarca una superficie de 12.600 metros cuadrados. Para su construcción se usó ladrillo, piedra, hierro y cemento. Toda la estructura está decorada con arcos polilobulados y almenas escalonadas en la parte superior. En uno de los extremos se encuentra la torre del reloj. Cinco puertas permiten acceder a un vestíbulo de gran riqueza ornamental que ofrece una buena muestra de artesanía y orfebrería toledana: mosaicos y azulejos, celosías, taquillas y lámparas forjadas.
Con la renovación llevada a cabo en 2005 con motivo de la llegada del AVE a Toledo se modernizaron los andenes, se construyeron nuevas marquesinas y se realizó un aparcamiento. También se recolocó la valla histórica de la estación, obra del maestro Julio Pascual, que también fue declarado Bien de Interés Cultural.