La hoguera de unos okupas pudo incendiar el chalet de Porto en Teo
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El precio de la vivienda —de más de 400 metros cuadrados útiles y ubicada en una gran finca de unos 10.000 metros en la localidad de Teo— se fue devaluando desde el millón de euros del cartel de venta inicial, y ni así apareció comprador. El crimen y el conocimiento de que la casa estaba abandonada fueron el mejor reclamo para que al chalet entrasen okupas y «chatarreros de la zona» que no tardaron en desvalijarla. A estas circunstancias se sumó que hace un tiempo se dio de baja el servicio de alarma que la protegía, con lo que las entradas y salidas de gente que iba a pasar allí la noche eran más frecuentes. «Nunca hubo okupas de larga duración, porque los vecinos lo habrían detectado y nos habrían alertado», indican fuentes próximas de la investigación abierta tras el incendio que arrasó buena parte de la planta principal y que dejó tocada la estructura. A espera de que estas pesquisas avancen —los agentes aún no tienen todos los informes solicitados— todo indica que el fuego pudo ser provocado por la hoguera que habrían dejado algunas de las personas que de vez en cuando se colaban en la propiedad.
Además de la casa familiar que Porto heredó de sus padres y que cuenta con cinco habitaciones, cancha de tenis y piscina, su patrimonio inmobiliario incluye dos pisos en el Ensanche de Santiago, una plaza de garaje también en el centro de la capital y el piso de la playa, en Vilanova de Arousa. Estas propiedades sumarían cerca de un millón y medio de euros y son, en palabras del letrado de Porto, el «botín» que quienes le dieron la espalda ahora esperan repartir.
Poco después de su detención por el asesinato de su única hija, Rosario puso todas sus propiedades en venta, aunque en los últimos siete años no logró dar salida a ninguna. El que sí había logrado vender, poco tiempo antes de la muerte de Asunta, fue el antiguo despacho de su padre, en Montero Ríos.