Sonja asiste a mediodía al reparto de comida caliente de Cáritas en la parte trasera de la estación de metro de Zoologischengarten, en Berlín. Se trata de una mujer alcoholizada y de edad superior a los 50 años, que grita enfadada porque la cola de espera se alarga. «Asistimos a dos o tres veces más personas sin techo que en estas mismas fechas del año pasado -explica una voluntaria-. Ha habido días muy violentos, en los que se nos acababa la comida y teníamos que despedir a veinte o treinta personas sin comer». Los comedores sociales y albergues para personas sin techo, debido a las restricciones Covid, pueden solamente ocupar una de cada dos o tres plazas disponibles, por lo...
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