Un boceto incompleto
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Como le digo, esto es solo un borrador. Para tener el plano completo, real y definitivo nos faltan más cosas. Por un lado, necesitamos conocer cómo van a ser y cuánto van a durar las restricciones que se impondrán durante el periodo de tiempo que falta hasta que la difusión de las vacunas consiga inmunizar a la población. La primera parte del programa de vacunación, que fue anunciado a bombo y platillo, se ha convertido en un fiasco, en un escándalo intolerable. No es ya que nuestros dirigentes no sepan gestionar una pandemia, es que, simplemente, no saben gestionar. La primera ola llegó de manera inesperada e imprevisible. Correcto, era un «cisne negro».
Pero hemos seguido día a día las investigaciones de la vacuna, su proceso de puesta a disposición y su calendario de entrega a las autoridades. ¿Cómo es posible entonces que tan solo se hayan aplicado los ridículos porcentajes que se han inyectado, en general menores del 20%? ¿Les ha sorprendido que este año llegaran las fiestas navideñas? Hemos estado nueve meses sin vacunas y cuando por fin llegan no se ponen. ¿Estará el ministro Illa entretenido con sus carteles electorales? Inaudito.
Y, como consecuencia de que la enfermedad se encuentra lejos de estar derrotada, nos falta por conocer el número de parados que acumularemos de aquí a entonces y cuántos de entre el millón largo de trabajadores con actividad limitada volverán a sus puestos y cuántos engrosarán directamente el paro. Con este enrrabietado y la inversión huída nos falta conocer el dato del PIB para poder hacemos una idea cabal del daño que deberemos reparar. ¿Podrán con todo ello los fondos europeos? Ya veremos.