Tengo nostalgia del optalidón. Porque la nostalgia es de cosas que tuvimos y ya no tenemos. El optalidón, ay, con su poquito de barbitúrico. Pero parece que había adictos. No me extraña. El laboratorio tuvo que cambiar la formulación y hacer algo que ya no tenía ese efecto mágico contra el dolor de cabeza o de lo que fuera. El pueblo español es un pueblo que se automedica. Mal, muy mal, sí, muy mal. No lo hagáis en casa, niños. Entre los derechos civiles recortados también está lo de automedicarnos. El anticonceptivo, el nolotil... Que van y ahora te piden receta como si fueras Carmen Maura en ‘¿Qué he hecho yo para merecer esto?’, cuando la antipática farmacéutica con colas...
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