Levantaba acta el lunes mi compañera Gregoria Caro del exiguo currículo laboral de los asaltantes de cielos en busca de poltrona eterna, que en eso consiste aposentarse en el paraíso. Lo suyo, que nadie les regatee méritos, confirma que prosperar no es cosa solo reservada al esfuerzo, la formación y el sacrificio sino también algo que los de su casta practican con fe de converso: el don de la oportunidad, saber dónde colocarse para lograr sestear ‘sine die’ sin pasar por el engorroso viacrucis de laborar como aquellos a quienes aspiran a gobernar. Eso no, el currículo se puede cebar con cursos, estudios, ensayos, másteres e interminables títulos de dudosa fiabilidad. Así, estas rémoras se convierten en personajes que han...
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