Alejandra Pizarnik y lo absoluto
Abril es un mes que convoca a repasar la vida y obra de la poeta argentina Alejandra Pizarnik —29 de abril de 1936/ 25 de septiembre de 1972.— cuya poesía escarba lo suficiente en torno a los ciclos de vida —infancia y muerte— y en las emociones humanas llevadas al límite: la melancolía cotidiana y las ausencias innombrables.
“Extraño desacostumbrarme/ de la hora en que nací. / Extraño no ejercer más/ oficio de recién llegada”.
Voz que busca poseer el tiempo. Desmenuzarlo. Regresar a lo básico: al abrazo familiar y a la seguridad del vientre materno. Agua y tiempo. “No más las dulces metamorfosis de una niña de seda/ sonámbula ahora en la cornisa de niebla /su despertar de mano respirando/ de flor que se abre al viento”.
“El viento y la lluvia me borraron/como a un fuego, como a un poema/escrito en un muro”. (Madrugada, en «Los trabajos y las noches»).
Flora Alejandra Pizarnik fue hija de una familia de inmigrantes rusos establecida en Argentina. Estudió en a la Escuela Normal Mixta de Avellaneda y se recibió en 1953. Un año después comenzó a estudiar Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires y con el pintor surrealista Batlle Planas. Además, estudió en la Escuela a de Periodismo. (Ministerio de Cultura Argentina)
Fue una joven lectora de Joyce, Breton, Proust, Gide, Claudel y Kierkegaard y en 1955 publicó su primer libro de poemas: La tierra más ajena, de editorial Botella al mar. Más tarde se traslada a Francia donde trabaja en revistas y publica en diferentes diarios y realiza encargos de traducción. En París estudia historia de la religión y literatura francesa en la Sorbona.
Ingresa en el grupo de intelectuales establecidos en París como Julio Cortázar e Ivonne Bordelois y, en esos años, además conoce a Octavio Paz, uno de sus referentes y con quien intercambia correspondencia. En 1964 regresa a Buenos Aires donde conoció a su amiga Silvina Ocampo. Continúa publicando obra entre ellos poemas, escritos, relatos surrealistas y novelas cortas.
Poeta recurrente sobre las emociones siempre adversas: “En el eco de mis muertes aún hay miedo. / ¿Sabes tú del miedo? /Sé del miedo cuando digo mi nombre. / Es el miedo, / el miedo con sombrero negro / escondiendo ratas en mi sangre, /o el miedo con labio muertos / bebiendo mis deseos. /Sí. En el eco de mis muertes/ aún hay miedo.” (El miedo)
Alejandra Pizarnik, silencio y destino.
Celeste Ramírez