A diferencia de lo que ocurre en el cielo, Cataluña no está empedrada de buenas intenciones. Hablo, claro está, del independentismo catalán. El independentismo reclama diálogo. Se trata, empero, de un diálogo hecho a la medida del independentismo que no acepta –malas intenciones- el marco constitucional. Por si fuera poco, el independentismo –siguen las malas intenciones- pone algunas condiciones al diálogo: ya sea la amnistía, el indulto, la autodeterminación o un referéndum acordado. Una manera nada disimulada de rechazar el diálogo. A nadie debe sorprenderle lo dicho –esto es, la incapacidad congénita para el diálogo propia del independentismo- si tenemos en cuenta que, incluso en tiempo de tripartito, con el PSC al mando, el diálogo fue imposible. Hipótesis de trabajo:...
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