«La evidencia que respalda la transmisión aérea es abrumadora y la que defiende la transmisión por gotas grandes es casi inexistente», afirma uno de los autores, José Luis Jiménez, químico del Instituto Cooperativo de Investigación en Ciencias Ambientales (CIRES) y Universidad de Colorado Boulder (EE.UU).
1. La primera evidencia son los eventos de superpropagación que explican la transmisión del SARS-CoV-2; de hecho, dichos eventos pueden ser los principales impulsores de la pandemia, escriben.
«Los análisis de los comportamientos e interacciones humanas, el tamaño de las habitaciones, la ventilación y otras variables en conciertos de coros, cruceros, mataderos, residencias de ancianos e instalaciones correccionales, entre otros entornos, han mostrado patrones, por ejemplo, de transmisión a largo plazo y sobredispersión del número de reproducción...
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