La confusión como estrategia
Sánchez está harto de la pandemia. Como todos, claro, sólo que los demás estamos cansados de sufrirla y él sólo de tener que ocuparse de ella. En todo este tiempo no ha encontrado el modo de recomponer la agenda que le arruinó la tragedia ni ha logrado que la opinión pública le compre la milonga de la resiliencia. El virus se resiste a la propaganda y a cada proclama triunfalista responde con una nueva oleada. A estas alturas, el presidente parece haberse dado cuenta de que ante un adversario tan terco es imposible jugar con ventaja. La decisión de renunciar al estado de alarma, forzada en el fondo por la dificultad para reunir mayoría parlamentaria, revela una voluntad de sacudirse...
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