Como apuntó certeramente Edward Malefakis, la instauración de un régimen liberal en España en 1820 influyó en las revoluciones de Portugal e Italia, pero también en que se acelerasen los planes de insurrección en Grecia.
Las noticias del triunfo de la revolución griega en 1821 fueron saludadas por el público en España con verdadero júbilo. Esa alegría popular refleja el ambiente político con el que se revivía en España el nuevo periodo constitucional, corto pero extremadamente intenso (el Trienio Liberal), en el que, tras el pronunciamiento de Riego, se obligó al Rey a jurar la Constitución de Cádiz.
La insurrección de Grecia se percibía como una manifestación de la lucha contra el absolutismo, como una nueva manifestación de las ansias de libertad...
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