El pasado miércoles, cuando Pedro Sánchez acudió al Congreso para hacer balance del estado de alarma en una larga jornada parlamentaria en la que repitió una y otra vez esa letanía de palabras vacías con las que ha tripulado la pandemia –resiliencia, gobernanza, sostenibilidad, transformación...–, Santiago Abascal subió a la tribuna con un adoquín en la mano. Dijo que se lo habían lanzado unos días antes en la 'Plaza Roja' de Vallecas, adonde el líder de Vox acudió con los candidatos de su partido a las elecciones madrileñas. En los violentos incidentes del mitin no solo hubo choques con la Policía o lanzamiento de objetos, también le lanzaron palabras. «Vallecas será la tumba del fascismo -le gritaron-. Fuera fascistas de... Ver Más