El misterio de España en la Segunda Guerra Mundial ¿logró un jerarca nazi que Franco resistiera ante Hitler?
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Muchas visiones existen sobre él. Algunos historiadores le definen como un hombre leal a Alemania al que le asqueó la decisión de Hitler de invadir Polonia. Otros tantos, como un interesado más que supo desenvolverse y capear las guerras internas que existían entre el organismo que dirigía y los servicios secretos de las SS (el ‘Sicherheitsdienst’, a cuyo frente se hallaba Heinrich Himmler). Es posible que ambas sean ciertas. En todo caso, es cierto que se jugó la vida, y de hecho la perdió, tras acercarse durante años a unos y otros. «Este Canaris patrocinó la conspiración de una parte de la ‘Wehrmacht’, incluido el Estado Mayor, constituyendo su verdadero enemigo del triunfo europeo y por lo que se perdió la guerra», escribió en sus memorias Alcázar de Velasco, uno de sus agentes en nuestro país.
Primeros años
En los albores del comienzo de siglo, Canaris estuvo ya relacionado con España. Tras escapar de Chile, donde había sido capturado durante la Primera Guerra Mundial, fue enviado a nuestro país con una misión determinante: organizar una compleja red de información que, además, se encargara de abastecer a los submarinos germanos que operaban en el Mediterráneo. Pero al bueno de Wilhelm, aquello se le quedaba corto. Rubio y apuesto, no tardó en hacerse un hueco en las altas esferas de la sociedad española y levantar, sin pausa ni prisa, un entramado de agentes capaces de ofrecerle información de primera mano sobre las operaciones navales británicas en los puertos de la península. Fácil de escribir, pero no tanto de conseguir para un joven de 28 primaveras.
Se podría decir que Canaris se fogueó aquí en el innoble arte del espionaje y el engaño. Al menos hasta que regresó a Alemania. Su labor le granjeó varios ascensos. Un ejemplo es que, el 4 de octubre de 1942, pasó a dirigir el departamento del Alto Mando de la Marina encargado de preparar los planes para una futura movilización de la armada germana. Sin embargo, y según desvela el ensayista Heleno Saña en ‘El Almirante Canaris’, lo que de verdad agradaba a nuestro protagonista era el espionaje y el trato con los informantes. Así lo demuestra el que entablara amistad con gerifaltes de la talla del general Severiano Martínez Anido, entonces ministro de Gobernación.
Canaris, a la izquierdaAunque oficialmente debía esforzarse en conseguir socios españoles que le ayudaran a construir submarinos para Alemania (cosa que también llevó a cabo), desde el primer instante su objetivo fue agrandar más y más sus relaciones con cualquier mandamás que se le pusiese a tiro. Así, pronto fraguó amistad con muchos oficiales que, a la postre, participaron en el golpe de Estado contra la Segunda República. Entre los grandes nombres destacaban Alfredo Kindelán, Juan Vigón, Martínez Campos y Francisco Gómez-Jordana. Una buena parte de ellos, de hecho, terminaron en el gabinete de Franco tras terminar la Guerra Civil. Aunque para eso todavía faltaba tiempo.
Espía en España
El año en el que Canaris comenzó a ser conocido fue 1935. De forma más concreta, cuando el entonces jefe de la ‘Abwehr’, Conrad Patzig, le cedió el mando de la organización hastiado de las guerras internas con sus homólogos de las SS. A pesar de la negativa de reconocidos militares como el almirante Raeder, la idea cuajó y, allá por el 2 de enero, tomó posesión de su cargo. Para entonces se había mostrado partidario de las ideas esgrimidas por Adolf Hitler durante la campaña electoral. Veía en él a un reformador capaz de devolver a Alemania la vieja gloria perdida.
Canaris siempre repetía la misma frase cuando se le preguntaba por Hitler: «Se puede hablar con él». Su relación era buena. Y lo mismo sucedía con los generales sublevados en España. Por ello, cuando Franco envió a sus emisarios para solicitar ayuda al Tercer Reich, Canaris intercedió ante el ‘Führer’ para transportar hasta la península aeroplanos, material y hasta la conocida Legión Cóndor. No resulta extraño, por tanto, que el futuro dictador español le recibiera con un fuerte abrazo cuando Wilhelm se desplazó hasta Salamanca para entrevistarse con él. Eso sí, con el apodo de ‘Guillermo’, pues suponía un riesgo extremo que el hombre al frente de los servicios de inteligencia germanos se pasease por el extranjero con una chapa identificativa en la frente.
Tal y como recoge Paul Preston en ‘Franco. Caudillo de España’, Canaris se transformó en el enlace entre el gobierno del Reich y el español. Su facilidad para los idiomas le hizo ser mejor considerado si cabe en el seno del ejército Nacional. «Pronto empezó a supervisar la ayuda alemana a España», afirma el autor en su obra. Por otro lado, también se reunió con los servicios secretos italianos para coordinar el envío de suministros entre ambas naciones. Sus máximas, no obstante, eran siempre dos: actuar con cautela para no soliviantar a las potencias internacionales y prestar ayuda «solamente a Franco, porque él posee el mando supremo de las operaciones». No era casual, pues sabía que se estaba forjando el camino hacia la cúspide del ejército. Y vaya si acertó.
Con y contra el Reich
Tras la Guerra Civil, Canaris empezó a abrir los ojos. La primera vez que se desencantó con Hitler fue cuando este amenazó con tomar los Sudetes. Intentó conseguir que cambiara de opinión para evitar un conflicto internacional, pero, al no lograrlo, contactó con los ingleses para darles un sencillo consejo: amenazar a Alemania con la guerra si se asaltaba Checoslovaquia. Pero no le sirvió de nada. A la par, empezó a favorecer la labor de algunos de subordinados como Hans Oster, un espía convencido de que había que acabar con la vida del líder nazi antes de que llevara a Europa al desastre.
Canaris llegó a la conclusión de que Hitler había perdido el norte el 22 de agosto de 1939. Ese día se mostró aterrado ante las órdenes del ‘Führer’ de prepararse para una guerra abierta contra Polonia. «Estaba horrorizado. Su voz temblaba», desveló uno de sus subalternos. Y no era la única vez que dudó del dictador. En una ocasión, después de verle proferir insultos y maldiciones contra sus enemigos, la cabeza visible de los servicios secretos germanos se mostró tajante: «Acabo de ver a un loco. Me cuesta creerlo. Está loco, loco. ¿Comprendes?». La realidad le atropelló en el momento en que le informaron de las barbaridades que los pelotones de castigo nazis llevaban a cabo contra civiles judíos. «La justicia de Dios se cernirá sobre nosotros. Nos castigará».
CanarisEn este sentido, existe controversia sobre la relación que mantenían Franco y Canaris tras la Guerra Civil. Por un lado, Saña es partidario de que el alemán se convirtió en el confidente del dictador en un intento de bombardear a la ‘Abwehr’ y al Tercer Reich desde dentro. Para esgrimir esta teoría se sustenta en los acercamientos del espía hacia los gobiernos aliados, en especial al británico, y en la información clave que cedió al dictador español. Es cierto que, para entonces, ya había repetido hasta la saciedad a varios de sus colaboradores que la guerra había terminado. «No importa cuantas batallas ganemos a partir de ahora. Está perdida», incidió.
Misterio en España
La situación de Canaris ayuda a entender las causas que le llevaron, en palabras de José Luis Caballero (autor de ‘Misiones imposibles’)– a mostrarse reacio a la llamada Operación Félix. A saber: el envío por parte del Tercer Reich de dos cuerpos de ejército a través de España para conquistar Gibraltar. «Si en los casos de las operaciones León Marino, Verde o Ícaro el problema principal era la Royal Navy y su dominio del mar, en el caso de la Operación Félix el principal problema era la postura española, pues atravesar la península ibérica sin el apoyo del Gobierno español o en el peor de los casos con su oposición era una misión cargada de dificultades», desvela el experto en su obra.
Desde el principio, el militar entendió que España no podía participar del esfuerzo bélico germano por sus carencias militares y económicas. Sin embargo, Canaris esgrimió que la conquista del peñón era factible sobre el papel. El 1 de mayo se ofreció para mantener con Franco una reunión en la que buscaría presionarle para entrar en la Segunda Guerra Mundial. Y el resultado no pudo ser peor para los intereses del “Führer”. «Canaris se entrevistó personalmente con Franco oficialmente para tratar de persuadirle de que facilitara el paso de las fuerzas alemanas por España, pero existen fundadas sospechas de que, al menos de un modo disimulado, el jefe de la ‘Abwehr’ recomendó a Francisco Franco que no entrara en guerra, es decir que no aceptara las presiones de Hitler», añade Caballero.
«Comunique al Caudillo que permanezca neutral a toda costa. Puede parecerle que nuestra posición es la más fuerte, pero en realidad es desesperada y tenemos poca esperanza de ganar esta guerra»
De la misma opinión es André Brissaud, biógrafo del almirante, quien afirma en sus obras sobre este personaje que, «aunque no se conoce el contenido de la conversación privada entre Franco y Canaris», lo que sí se sabe es que, a partir de ese momento, «Franco se mostrará cada vez más reservado, oponiéndose tenazmente a la presión de Hitler y saliendo del paso por medio de una política de neutralidad». El misterio está servido: ¿convenció el militar al dictador de que era una locura permitir el paso de los ejércitos del Reich? Caballero es partidario de que podemos estar seguros de que el germano buscaba el beneficio de su país. Y es que, estaba convencido de que conquistar Gibraltar sería imposible y de que el del Ferrol solo movería ficha por los nazis cuando la Segunda Guerra Mundial se decantara en su favor.
A partir de este punto comienza el pugilato entre autores. En su biografía sobre Canaris, Ian Colvin ofrece un presunto mensaje en el que el germano habría aconsejado a Franco que se mantuviera firme: «Comunique al Caudillo que permanezca neutral a toda costa. Puede parecerle que nuestra posición es la más fuerte, pero en realidad es desesperada y tenemos poca esperanza de ganar esta guerra». Las fuentes de esta carta han sido tildadas de dudosas por el mismo Saña o Ángel Viñas, quien carga contra el británico al afirmar que su tesis de que el germano convenció al dictador de no entrar en guerra «no está apoyada en ningún tipo de documento». Lo que sí cree el primero es que el almirante desveló en 1942 al dictador que Alemania estaba preparada para asaltar los Pirineos. Dato que permitió proteger esa zona.
También considera que Canaris fue uno de los encargados de redactar las exigencias que, desde España, fueron enviadas a Alemania. Un documento con clausulas imposibles escrito para que fuera rechazado por Hitler. Sin embargo, Viñas rechaza de forma flagrante esta y el resto de teorías similares en su página web: «La pregunta [de si Canaris fue un topo] invita a la contrapregunta: ¿Y dónde está la evidencia? Pues ya puede buscar el lector que no la encontrará. Sí hallará, en cambio […], que lo más que puede afirmarse tras compulsar la evidencia circunstancial existente es que Canaris no puso toda la carne en el asador para convencer a Franco para que echase su cuarto a espadas con Hitler».