El Festival de Jerez cumple un cuarto de siglo: así suena su historia
0
Su gran cita, el Festival de Jerez, cumple veinticinco ediciones. Curiosamente, el evento de mayor envergadura de la ciudad del cante está orientado al baile, la otra manifestación que aquí se cultiva junto a la guitarra. Desde este jueves 6 de mayo hasta el día 22, pasarán algunas de las primeras figuras de la danza, como empezaron a hacerlo allá por el 1997. El bagaje de este ciclo, suficientemente ancho, y el porvenir, altamente esperanzador, permiten confeccionar una banda sonora con los artistas que protagonizaron momentos estelares. Aquellos que ya sucedieron y, a modo de previa, los que se avecinan estas semanas.
Son muchos los que clavaron su bandera por estos escenarios. Algunas noches ganaron perfil de mito, como la de ese primer sábado de festival en el que Vicente Amigo compartió las inspiraciones que le suscitaban los versos de un marinero en tierra, Rafael Alberti, por medio de su sonanta. Allí tocó llorando de gracia entre los edificios que le imposibilitaban divisar el mar, tan cercano como inalcanzable.
La guitarra contemporánea más icónica de los jereles, sin embargo, es la de Moraíto Chico. A él se le ha visto triunfar. A su padre, Manuel, sacar a la palestra una poderosa cantera. Y a su hijo, Diego, crecer. Los Morao suenan a inteligencia natural en la mano derecha. A aire insospechado tan de aquí que parece onírico, inventado. Pero es que así han de ser las leyendas, tan remotas que nos alejan de lo entendible. El escritor Graham Greene lo explicó mucho mejor: «Si conociéramos el verdadero fondo de todo tendríamos compasión hasta de las estrellas». Nada que entender y todo por sentir.
Moraíto Chico
-
ABC
Sanlúcar y Jerez se asemejan tanto en sus esencias que se confundirían en una cata a ciegas. Una es manzanilla y otra fino. Pero en el flamenco, a diferencia del vino, poco tienen en común. La primera prefiere gustar y la segunda hacer padecer a quien la contempla. Sin adornos, sin excesos. Manolo Sanlúcar ha sido el maestro de muchos; en este marco presentó su 'Locura de brisa y trino' junto a Carmen Linares, con la que garganta coronada de espinas. De él, y de otros tantos, ha bebido Antonio Rey, que presenta próximamente su 'Flamenco sin fronteras'.
Gerardo Núñez, por su parte, le ha puesto las manos en los trastes a pequeños y mayores. Su 'Andando el tiempo', el cual dio a conocer en este enclave, fue una piedra temprana en el camino para quienes en el 2005 se iniciaban. Tomatito, de Almería, se asoma a estas líneas como otro de esos músicos habituales del festival. Por eso ha de sonar por alegrías cuando se han cumplido 25 ediciones. ¿Algún instrumentista sin madera que merezca una mención? Pues el pianista Chano Domínguez, que también en el 2005 pulsó hondas las teclas del 'El toro y la luna' con su trío jazzista. 'La tarara' y 'Dolphin dance' se dejaron ver por allí.
Así ha sonado el cante
Tan buenos carteles se han programado que hay tipografías que se mueven, gimen y bailan en esta retrospectiva. La hermosa visceralidad de La Paquera se le arrimó a Manuela Carrasco en el teatro Villamarta un domingo diferente del año 2002. Puro tronío. Todo estampa. Para que se entienda: algo así como escuchar una campana de San Miguel repicando entre las espadañas de la Giralda. Dos monumentos. Dos leyendas morenas de sol y de vida. Dos representaciones altas de lo mejor de este arte personal. Fosforito clausuró con su queja más sabia el programa del 2006. El Lebrijano echó sus lamentos a la historia, como El Chocolate. También La Macanita, Juana la del Pipa y Dolores Agujetas en 'Mujerez'. Y El Torta. Y El Zambo. Y El Cabrero con una letra de Borges, hace tan solo uno año, ya de despedida de su carrera profesional.
La Macanita y Juana la del Pipa en el espectáculo 'Mujerez'
-
ABC
Las ausencias endémicas, dicho sea todo, son igualmente vastas. Luis de la Pica, Fernando Terremoto, El Capullo, el Nano y otros paisanos ilustres pasaron desapercibidos por el festival. El talento de adentro, a diferencia del de fuera, no se ha tratado de la mejor manera; que su espina dorsal sea el baile tiene que ver con ello.
Miguel Poveda, casi hijo adoptivo de Jerez (de Sevilla y Andalucía ya lo es por méritos propios), acude a este Sur constantemente con nuevas propuestas, arriesgando sin prestarse nunca al azar, apostando. Mayte Martín ha colocado su perfume por las viejas bodegas, como tratará de hacerlo esta vez la guitarrista Antonia Jiménez en una sala recogida, sola entre tanto hombre. Jesús Méndez y David Lagos, naturales de este emporio del bocoy, se han roto la voz por distintos puntos y en diferentes edades. Alfredo Tejada, malagueño en Granada, presentará al fin sus credenciales en esta próxima fiesta de cumpleaños. Y José Valencia, de Lebrija, vuelve con ellas, por aquello de no dejar de reivindicarlas. Ambos se han colado en la banda sonora que envuelve la cita. Como Arcángel, que la cierra con su 'Tablao' el día 22 de mayo en los Museos de la Atalaya, igual que antes lo hicieran los maestros del pasado. Todo fluye y el agua, como apuntara Heráclito, no es la misma.
El artista Miguel Poveda
-
Belén Díaz
El Festival de Jerez, por todo ello, es lugar de acogida. Un escaparate más de lo de fuera que de lo de dentro que en su efeméride tiene como protagonistas a Eva Yerbabuena, María Pagés y Andrés Marín, entre otras figuras. La danza ha alumbrado durante un cuarto de siglo. El cante y el toque, a su estela, también. Se canta lo que se pierde y lo que no se escribe se va. Por eso el relato, en estos párrafos, se agolpa como destellos que conforman un enorme pentagrama. El arte son momentos y a base de breves fragmentos lo vamos a contar. No traten pues de entender lo que pertenece a la leyenda.