Asalto al Capitolio o a Gaza
A estas alturas, las mañas del nacional-populismo extendidas por todo el mundo resultan dolorosamente familiares. Dentro del ensimismamiento divisivo que han compartido tanto Estados Unidos como Israel, se ha confundido negociación con debilidad y se ha creído que construir consensos era una forma de traición. Se ha enfrentado a las élites falsarias en contra del pueblo verdadero. La polarización ha sido fomentada hasta llegar al sectarismo. Y el desquiciamiento identitario ha conseguido incluso cuestionar la legitimidad democrática.
Durante sus intensos cuatro años de nacional-populismo, Estados Unidos ha sufrido esta forma de hacer política (o más bien deshacer) hasta culminar en el asalto al Capitolio del pasado 6 de enero instigado por el presidente Trump. Con un precio prohibitivo en términos de...
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