Llegué a la Universidad en el otoño del 76, donde empecé mi vida de bar, con pausas de hidratación a lo Simeone para hacernos cruces con un personaje que arrastraba fama de ser del PSOE, algo tan extraordinario que lo mirábamos como si fuera la mujer barbuda. Apenas medio año después, todos los bigotitos franquistas del país se convirtieron en barbitas socialistas: había nacido el felipismo, que llegaría a tener en la cárcel al ministro del Interior, al jefe de los guardias y al firmante de los billetes del Banco de España.
Como heredero natural del Régimen que habíamos dejado atrás, el felipismo se alzó en atlante del 78, con un director teatral que pasteleó con un ingeniero agrónomo una Constitución...
Ver Más