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Май
2021

Los más golpeados por la pandemia visitan el Prado

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Abc.es 
Han sido los más vulnerables, los más golpeados por la pandemia. El Covid-19, que no respeta ni los galones que da la edad, se ha cebado con las residencias de mayores, donde nuestros ancianos han vivido el drama en primera persona. Según datos oficiales, ha habido en ellas alrededor de 30.000 muertos por coronavirus, aunque esa cifra, desgraciadamente, es mucho mayor. Se estima que en torno al 43% de los fallecidos por Covid-19 procede de residencias de mayores. En el Día Internacional de los Museos, el Prado ha querido este año rendirles homenaje y ha invitado a seis residencias, todas ellas de la Comunidad de Madrid. Cada una ha seleccionado a ocho internos para que esta mañana pudiesen visitar la pinacoteca, acompañados por un conservador o restaurador del Prado como guías de excepción.




La visita partió de la Sala de las Musas, donde cogieron los dispositivos para escuchar a los guías
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JOSÉ RAMÓN LADRA
A las 11 de la mañana se arremolinaban los distintos grupos en torno a las nueve musas que presiden la sala a la que dan nombre, pintada de rojo pompeyano. Equipados con unos dispositivos con auriculares para escuchar mejor las explicaciones de los guías, se les ve ilusionados y con muchas ganas de empezar la visita. No es para menos. Hace un año estaban confinados en sus habitaciones, sin poder ver a sus familias y amigos. Eso, los que tenían suerte, pues algunos de sus compañeros acabaron en las UCI de los hospitales. Muchos nunca volvieron.


Nos unimos 'empotrados' a uno de los grupos. Son ocho ancianos de la Gran Residencia, en Vista Alegre, Carabanchel, a los que acompañan dos restauradoras del Prado, María Álvarez-Garcillán y Eva Martínez. Antes de abandonar la Sala de las Musas, María les explica que su trabajo como restauradora de arte es muy parecido al de los médicos: «Hacemos un trabajo preventivo con revisiones y actuamos cuando es necesario. Realizamos análisis, radiografías, diagnósticos y tratamientos, como los médicos a los pacientes». Y es que el arte es sanador. Si no es capaz de curar el cuerpo, al menos sí el alma.




El 'Descendimiento' de Van der Weyden emocionó a los mayores de las residencias
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JOSÉ RAMÓN LADRA
Lo sabe muy bien Juan Alberto García de Cubas, arquitecto, diseñador y gestor cultural, que puso en marcha la fundación Cultura en Vena, cuyo objetivo es «crear nuevos espacios permanentes para la cultura en los hospitales». Desarrolla intervenciones culturales en el ámbito sanitario, realiza investigaciones sobre los efectos de la intervención artística en la mejora de la vida de los pacientes, integra las artes en los protocolos clínicos y favorece el empleo de jóvenes artistas en ámbitos sanitarios. La exposición '¿Goya en un hospital?' reunió 24 reproducciones de obras del Prado en varias zonas del Puerta de Hierro, entre ellas la planta de Oncología. Y lo sabe muy bien la japonesa que hace dos años vino al Prado a ver la 'Inmaculada del Escorial' de Murillo que un día vio en Osaka y le salvó la vida: «Si en este mundo hay cosas tan hermosas como este cuadro, merece la pena seguir viviendo», dijo al admirar el cuadro.




Teresa Posada, en la galería central con un grupo de mayores
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JOSÉ RAMÓN LADRA
Los ancianos de la Gran Residencia (una de las más grandes de la Comunidad de Madrid, con 460 plazas) están acompañados por la directora del centro, Rosa María Mayor Gallego, quien nos cuenta que, pese a no ser de las residencias con peor situación en la pandemia, «lo hemos pasado muy mal». De la veintena de solicitudes que hubo para visitar hoy el Prado, se seleccionó a ocho personas, de entre 75 y 93 años, que tuvieran suficiente autonomía para poder caminar por el museo. ¿Están cansados?, le pregunta María Álvarez-Garcillán. «Aguantamos, aunque nos lleven en parihuelas», se oye por respuesta. La visita dura en torno a 30-40 minutos. Ninguno da muestras de cansancio. En las salas de Murillo, una anciana dice que siempre le ha gustado 'Los niños de la concha'. A otra le llama la atención las numerosas figuras que Francisco Rizi pinta en el 'Auto de Fe en la Plaza Mayor de Madrid': "¡Cuántas caritas!». Otro, en cambio, se fija en la cara de malo que tiene Piotr Ivanovich Potemkin, retratado por Carreño de Miranda.


Nos 'empotramos' en otro grupo, que atiende las explicaciones de Enrique Quintana, jefe de Restauración del Prado, ante el conmovedor 'Cristo crucificado' de Velázquez. Los ocho ancianos vienen de la residencia de mayores Doctor González Bueno en la carretera de Colmenar Viejo. Quintana les dice que los cuadros son como películas: «Tienen vida, nos cuentan historias. Más que comprender esas historias, lo importante es las emociones que cuentan las pinturas». A alguno de ellos les llama la atención la cabeza colosal de un gigante, con cara de malas pulgas, que cuelga en la escalera. Obra atribuida a Vicente Carducho.




Ante 'Las Meninas' de Velázquez se quedaron embobados
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JOSÉ RAMÓN LADRA
En la galería central, Teresa Posada, jefa de Departamento de Pintura Holandesa del Prado, acompaña a otro grupo de mayores, procedente de la residencia Cisneros de Alcalá de Henares. Se apuntaron 24 ancianos para la visita al Prado y hubo que elegir a ocho por sorteo. Posada se detiene ante dos de las pinturas más emocionantes del Prado: la 'Anunciación' de Fra Angelico y 'El Descendimiento' de Van der Weyden. Les invita a que se acerquen a ver las lágrimas en los rostros de la Virgen y San Juan. Los ojos de algunos ancianos también se humedecen. Siguiente parada: 'El Lavatorio', de Tintoretto. Teresa Posada les explica que el artista lo pintó para una iglesia veneciana y dispuso las figuras para que fueran vistas desde un lugar concreto. Les invita a que lo hagan mirando desde una de las esquinas.




Visitando la sala de Murillo: admiran una 'Inmaculada Concepción'
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JOSÉ RAMÓN LADRA
En la Sala XII, dedicada a Velázquez, les cuenta la conservadora que Velázquez plantea en 'Las Meninas' una adivinanza: «¿A quién pinta? ¿A los Reyes?» Los ancianos lo admiran embobados: «¡Qué cosa más preciosa! ¡Qué inteligencia! Perfecto, vamos»,
dice uno de ellos
. Tras detenerse ante algunas obras de Rubens, termin
a
la visita en la sala donde cuelgan tres espléndidos cuadros de

Goya: 'La Familia de Carlos IV', 'La carga de los mamelucos' y 'Los fusilamientos del 3 de mayo'. 'Muchos de estos cuadros han salido en la tele', advierte Basilio, que luce sombrero y bastón multicolor. El próximo día 24 cumple 88 años. Es su primera visita al museo: «Tenía muchas ganas de verlo, también el Museo de Cera». Otros, en cambio, sí habían venido antes. Es el caso de Caridad, cubana, que vino con su familia en 2002: «Tenía ganas de volver». Su obra favorita, 'Las Meninas'. Felicidad, en cambio, se queda con 'El Lavatorio'. Antes de marcharse, el museo les invita a un desayuno. Tras más de un año confinados en las residencias, salir de ellas para visitar el Prado ha sido todo un regalo. «Tenemos la cabeza mucho más despejada que entonces -advierte Basilio-. Yo volvería al Prado todos los días».



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