A veces merecemos lo que toleramos. Hemos tolerado el estado de alarma, el confinamiento, la Nocilla de dos colores y las mascarillas. Vale. Cómo nos vamos a quejar de las mascarillas, que van a dejar de ser obligatorias casi a la vez que desaparece del todo la peseta. O que deja de tener valor. Las mascarillas sí lo tienen. Con lo bien que nos han venido en el invierno. Y para no pillar tampoco la gripe. Para escondernos de gente indeseada. Para que no nos echen alientos del demonio. Para ir cantando por la calle. Claro que ir con ellas en exteriores no abarrotados era ya un poco raro. Y el calor no ayuda. Pero, a ver, en la playa,... Ver Más