No es clásico, pero está en el camino
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'Los mariachis'
Teatro de La Abadía, Madrid
Tres años no es suficiente para bautizar a una pieza teatral como 'clásico'. No lo es -no lo puede ser-, por tanto, 'Los mariachis', pero si nos atenemos a una de las acepciones de la palabra en el Diccionario de la RAE -«Dicho de un autor o de una obra: Que se tiene por modelo digno de imitación en cualquier arte o ciencia»-, se puede convenir en que la obra de Pablo Remón está en el buen camino -aunque solo fuera porque, en tiempos de exaltación de lo nuevo, se ha repuesto apenas tres años después de su estreno-.
'Los mariachis' es una comedia disfrazada de drama o un drama disfrazado de comedia, según se mire. Su historia -sus historias, en realidad- reúne hiperrealismo y surrealismo a partes iguales, es espejo fiel de la realidad y también reflejo deformado del mundo en que vivimos. Pablo Remón la construye -texto y puesta en escena- con un palpitante sentido dramático, con una ironía y una retranca formidables, con un trazo grueso delicadamente delineado y envuelto en una casi masticable escenografía de Mónica Boromello.
Remón dibuja cuatro personajes (y medio) tan patéticos como descacharrantes, tan dignos de compasión como de burla, que toman carta de naturaleza en cuatro extraordinarios actores: Luis Bermejo, Israel Elejalde, Francisco Reyes y Emilio Tomé, con mención especial para el primero, con una tan deslumbrante como natural composición de su personaje.