Alguna vez, en un restaurante en NY, tratando de describir a alguien, dije que se trataba de un oriental, e hice en forma mecánica -y sin duda pueril- el gesto de estirar mis ojos con los dedos índices. Al momento mi acompañante lanzó un gritito espeluznado, miró alrededor para cerciorarse de que nadie me hubiera visto, y, para mi asombro, me explicó que hacer eso era ofensivo; y que, además, no debe decirse orientales sino asiáticos, porque «oriental» presupone falsamente que existe un centro geográfico y cultural y además puede entenderse como «exótico».
Tiene razón Steven Pinker cuando escribe en ‘Tabla rasa’ que vivimos bajo la tiranía de lo políticamente correcto y del eufemismo, que reemplaza compulsivamente términos -que algunos suponen...
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