Para rebajar la tensión, Putin exige que Ucrania renuncie a integrarse en la OTAN
A juzgar por la declaraciones previas a la cumbre telemática de poco más de dos horas entre los presidentes de Rusia y EEUU, Vladímir Putin y Joe Biden, era evidente que el Kremlin seguiría inamovible a dos exigencias básicas: que Ucrania cumpla los acuerdos de Minsk, en la versión firmada en febrero de 2015, y que Kiev renuncie a la idea de integrarse en la OTAN. Putin, según fuentes diplomáticas rusas, insiste en que no tiene ninguna intención de invadir Ucrania y en que su país no viola los acuerdos de Minsk, algo que, según su punto de vista, sí hace Ucrania.
Sin embargo, según la Casa Blanca, el presidente norteamericano trasladó a su homólogo ruso «la preocupación de Estados Unidos y sus aliados por la concentración de fuerzas rusas junto a Ucrania». En este sentido, Biden pidió «reducir la actual escalada militar y retornar a la vía diplomática», de lo contrario, se esgrimió una vez más la amenaza de aplicar «duras medidas de carácter económico y de todo tipo».
Pero, mientras Putin y Biden conversaban por videoconferencia, el ministro de Exteriores ruso decía a los periodistas que la tarea principal de esta cumbre consiste en obligar a Kiev a cumplir los acuerdos de Minsk. «Insisto una vez más en que estamos ante un evento importante en nuestras relaciones: un contacto telefónico entre los presidentes Putin y Biden. Se trata de dejar claro cuál es nuestra posición en relación con la forma de dar solución al conflicto en Ucrania, que no es otra que obligar al régimen de Kiev a cumplir sus obligaciones en el marco del paquete de medidas recogidas en los acuerdos de Minsk».
El domingo, en declaraciones al canal público ruso Rossiya-1, Lavrov dijo que «si Ucrania no tiene intención de cumplir los acuerdos de Minsk por su propia voluntad, habrá que forzarla». El jefe de la Diplomacia rusa explicó que quienes deben obligar a Kiev a entrar en razón son Alemania y Francia, los dos miembros occidentales del Cuarteto de Normandía, que incluye también a Rusia y Ucrania.
Acuerdos de Minsk
Los acuerdos de Minsk de 2015, alcanzados en el seno del Cuarteto de Normandía y con el dictador bielorruso, Alexánder Lukashenko, como anfitrión contienen cláusulas sobre un alto el fuego, la retirada de armas pesadas de la línea de conflicto, la aprobación de una nueva legislación en Ucrania, retocando incluso la Constitución, para conceder un estatus autonómico especial a Donbass, en donde deberían celebrarse elecciones. Después de todo eso, Kiev debería recuperar el control del territorio y de la frontera con Rusia.
Sin embargo, según reconoce el politólogo ruso, Vladímir Pastujov, los acuerdos de Minsk fueron una «trampa» que se le tendió al entonces presidente, Petró Poroshenko, y que no puedo evitar porque «tenía encima la amenaza de que los rebeldes hubieran continuado, con la ayuda de Rusia, arrebatando más territorio».
Pastujov cree que «Rusia nunca se apartará de los acuerdos de Minsk porque es un trofeo de guerra y fue legitimado y reconocido por Occidente». Aunque a su juicio, «impide cualquier solución de compromiso del conflicto entre Ucrania y Rusia». Rusia insta permanentemente al Gobierno ucraniano a hablar con los separatistas y en Kiev exigen primero elecciones a fin de dialogar con otros dirigentes, no con los que encabezaron la revuelta con la ayuda de Moscú. Así que, en su columna en la web de la Radio Eco de Moscú, Pastujov sostiene que Ucrania «tiene sólo dos opciones: la guerra o la capitulación».
Y en Moscú, a juzgar por las señales que emite el Kremlin, se teme que Kiev opte por la guerra con la ayuda de Estados Unidos y la OTAN. En declaraciones a la televisión rusa RT, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, dijo el lunes que «la Alianza está demostrando ahora una postura extremadamente agresiva (…) afirma también que no reconoce ninguna línea roja impuesta por Rusia», en alusión a los planes de integrar a Ucrania en la organización atlántica.
Seguir los pasos de Georgia
Y, hace una semana, Lavrov dijo tener la esperanza de que «Volodímir Zelenski no siga el camino de Mijaíl Saakashvili –expresidente georgiano- cuando atacó Osetia del Sur en agosto de 2008–. La respuesta de Moscú fue enviar allí sus tropas en ayuda de los separatistas osetios y abjasos. Aunque las autoridades rusas niegan tener desplegado en la frontera con Ucrania un fuerte dispositivo militar de cerca de 200.000 hombres, a veces advierten que dentro de su territorio mueven las tropas de la manera que estiman más conveniente y lo justifican, según subraya Lavrov, en el hecho de que «en la línea de contacto con Donbass, Ucrania está acumulando cada vez más fuerzas y medios con el apoyo creciente de instructores occidentales». Según su portavoz, María Zajárova, Kiev ha concentrado allí unos 125.000 soldados, «la mitad de las Fuerzas Armadas ucranianas, desplegadas muy cerca de la frontera con Rusia».
Biden se propone ahora telefonear al presidente francés, Emmanuel Macron, a la canciller alemana, Angela Merkel, y a los primeros ministros italiano, Mario Draghi, y británico, Boris Johnson. Hablará también con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, sobre el resultado de sus conversaciones con Putin.