Tiempos difíciles

Hoy me he levantado con la moral por los suelos. Miren que intento mantener ese tono vital que me caracteriza, pero es que hay algo que se ha confabulado contra mí. El ordenador no me guarda los textos, se me ha enfriado la taza de café, anoche dejé el coche fuera del garaje y la helada nocturna ha sido monumental, arrancarlo me ha costado diez minutos, y se me ha destintado un boli en el bolsillo de la camisa. Eso por no decirles que ayer mi mejor amigo me dijo algo así como que estos son malos tiempos para la lírica. Vamos, que eso de escribir poesía está muy bien, pero que he de dedicar mis esfuerzos literarios a otra cosa. Claro, con todo esto he pasado la noche en blanco, sin pegar un ojo, con lo que de madrugada ya estaba escribiendo poemas y escuchado la radio. Tal vez tenga razón mi amigo y estos sean malos tiempos para la poesía, porque la vida es todo un poema. Además, tengo cuatro compañeros de trabajo con el virus y, sinceramente, estoy que no me llega la camisa al cuello. A las seis de la mañana, con la cafetera en marcha y con la tinta del bolígrafo derramada, la radio me contaba un montón de cosas que no me gustan. No digo que no me guste cómo me las contaban, no. Digo que no me gustan las cosas que me cuentan, pero no hay más remedio que desayunar con ellas porque la realidad es la que es y las noticas son las que son. Conducciones de un gasoducto en el norte de Europa - EP A lo que iba. Seis de la mañana, suenan los pitos, un «buenos días» y me salen por la radio vientos de guerra en el este de Europa. Y yo que creía que 2021 había sido un año chungo. Esto de los rusos me preocupa, porque algo sé de la zona, que conozco, aunque no les voy a contar porqué. Y si piensan que es algo lejano recuerden lo cerca que está el aeropuerto de Kiev o de Moscú de cualquier aeropuerto de España. De hecho, está tan cerca, que el gas que calienta el agua de nuestra ducha es muy fácil que llegue a nuestra caldera por uno de sus gaseoductos. No en vano España lleva haciendo guiños a Marruecos desde hace semanas, a ver si se nos arregla el tema de los gases del sur, pero a las seis y cinco la radio me decía que la cosa está complicada. Si al final se lía en la frontera entre Rusia y Ucrania, me veo calentando la casa con gas a precio de oro. Eso por no hablar de la que se puede liar en esa frontera con 100.000 soldados rusos preparados y entrenados para lo que sea, mientras Europa está a por uvas, que lo está. A estas alturas de informativo ya se me había helado la primera taza de café. La caliento en el microondas y el aparato me pega un calambrazo de no te menees… la toma de tierra. Ya me decía Bea que llamara al electricista… Siguen las noticias con lo de la subida de impuestos a los autónomos, el IPC, los precios de la electricidad y la movida que hay para aprobar la reforma laboral. Empiezo a pensar que debo cambiar el café por una tila, aunque mejor no, que es diurética y luego me paso la mañana yendo al aseo y eso que todo esto es como para mear y no echar gota. Esto durante los cinco primeros minutos de las seis de la mañana y claro, ya se pueden figurar, como les decía, con la moral por los suelos. Eso sí, temas de distracción en la actualidad nacional tenemos para repartir, porque me da la sensación de que mientras hablamos de un montón de cosas que ni fu ni fa, ni pensamos, ni hablamos de lo que realmente importa. Y así nos luce el pelo. En fin, como verán encaro este fin de semana con optimismo y alegría, con el buen tono que me caracteriza. No sé si va a ser bueno que abandone la poesía para dedicarme a la novela, querido Toni. Me da a mí que si lo hago me va a salir un relato de terror. Igual me pongo a ello. Mientras tanto, sean felices.