Estados Unidos prohíbe el envío de semiconductores y software a Rusia

La batería de sanciones económicas con las que el Gobierno de EE.UU. amenaza a Moscú podrían incluir una medida novedosa y de efectos amplios: un cierre en las exportaciones de semiconductores para ahogar la capacidad tecnológica de Rusia. La decisión -que la Administración de Joe Biden se plantea en medio de la escalada de la tensión por una posible invasión de Rusia a Ucrania- podría afectar el acceso en Rusia a desde tecnología militar de primer orden hasta aparatos convertidos en necesidades básicas para los ciudadanos, como móviles o tabletas. «El poder de los controles a la exportación es que podemos degradar y atrofiar la capacidad de estos sectores de convertirse en una fuente clave de crecimiento para la economía rusa», aseguró a ‘The Washington Post’ una fuente de la Casa Blanca. Biden ha insistido en la imposición de sanciones económicas severas a su homólogo ruso, Vladimir Putin, si ordena cualquier incursión en territorio ucraniano. Pero Rusia es objeto de medidas punitivas de ese tipo desde la anexión de Crimea en 2014 y el apoyo a grupos separatistas prorrusos en el Este de Ucrania y Putin no parece haberse resentido de su impacto. La nueva amenaza a las exportaciones podría ser algo distinto. Sería una medida similar a la que EE.UU. impuso en 2020 a Huawei, el gigante tecnológico chino. La medida impondría al resto de países la prohibición de exportar a Rusia semiconductores elaborados con herramientas o software estadounidenses. La gran mayoría de los semiconductores fabricados en todo el mundo entran en esta categoría, y casi la totalidad de los productos electrónicos avanzados contienen estas piezas. En esencia, la medida cortaría el acceso a Rusia a tecnología necesaria para desarrollar buena parte de su industria y a productos de gran demanda ciudadana. Según el ‘Post’, este control de exportaciones sería muy peligroso para el ejército ruso. Buena parte de los chips que utiliza su equipamiento militar puntero son de diseño ruso pero de fabricación taiwanesa. En concreto, en una compañía, TSMC, que ya fue víctima de la limitación de suministro a Huawei y cumplió con el requerimiento estadounidense. El antecedente de Huawei La única vez que se ha impuesto una medida de este tipo ha sido con Huawei, y tuvo éxito: la compañía pasó de liderar las ventas mundiales de teléfonos móviles a caer al décimo puesto, con una pérdida de ingresos del 30% el año pasado. Sería mucho más complejo aplicar la norma a todo un país, con un gran mercado. La Administración Biden necesitaría la colaboración de los principales países productores de esta tecnología y tendría la oposición de muchas empresas. Si impone la medida, muchos países podrían tratar de buscar alternativas en el futuro para la producción tecnológica. En ese escenario, el papel de China sería muy relevante. El gigante asiático, convertido en principal rival económico y geoestratégico de EE.UU., podría suponer un colchón para Moscú si Washington cumple con esta amenaza. China es el principal suministrador de productos electrónicos de Rusia. Por ejemplo, envía el 70% de los ordenadores y teléfonos que se utilizan en el país. Y Pekín no aceptaría de buen grado limitaciones a sus exportaciones, en medio de tensiones comerciales y políticas con Washington. Para EE.UU. será más sencillo hacer cumplir a otros países exportadores de este tipo de productos -como Corea del Sur o Japón- que a China, cada vez más opuesta a decisiones unilaterales por parte de la primera potencia mundial.