Clara Campoamor (1888-1972) es conocida como una de las mujeres que más defendió, a través de la vida política, la igualdad de las mujeres y el sufragio femenino. Sin embargo, su desconocida labor como maestra fue fundamental para conducir a las alumnas hacia una autonomía y promover la educación a través de los periódicos del momento. Ayer, la Biblioteca Nacional inauguró la exposición 'Clara Campoamor Rodríguez: mujer y ciudadana', un recorrido por la vida de la impulsora del sufragio femenino en España que pone en relieve su actuación en defensa de la igualdad de la mujer en todos los ámbitos tras cumplirse 50 años de su fallecimiento. La muestra se podrá visitar hasta el 16 de octubre y recoge más de 350 piezas entre imágenes, manuscritos, libros, publicaciones en periódicos, objetos personales y escenarios que recrean momentos significativos de la vida de Campoamor y de su contexto social. Infatigable defensora de la presencia de la mujer en el ámbito político, todo su legado recoge una lucha comprometida por la igualdad de la mujer marcada por el contexto social del momento: el obrerismo internacionalista y el feminismo. Formó parte de las primeras generaciones de abogadas y fue la primera diputada en España, junto con Margarita Nelken y Victoria Kent, con el Partido Radical. Allí defendió el sufragio femenino que más tarde, en 1933, conseguiría. La docencia y la escritura también fueron otros dos medios de manifestación. Señoritas del círculo republicano entregan un ramo de flores a Clara Campoamor al llegar a La Terraza, donde tuvo lugar un mitin sobre el voto de la mujer. Espiga Una lucha por abolir la prostitución El abolicionismo de la prostitución llega a España cuando Clara Campoamor es pequeña y, una vez ya en política, comienza a formar parte de la Sociedad Española de Abolicionismo. Allí se convierte en una de las principales oradoras. Campoamor afirmó en las Cortes que la prostitución reglamentada es «una institución nauseabunda» y debería abolirse porque atenta «contra la dignidad del ser humano» y porque «la ley no puede usarse para reglamentar el vicio». La diputada consideró de forma «urgente» un proyecto de ley que declarara abolida la prostitución. La exposición recoge algunos documentos y piezas sobre esa cuestión que la activista defendió en la vida pública y en su labor política. A pesar de sus intentos por abolir la prostitución, no logró llevarlo a término. La exposición muestra dos temas fundamentales que fueron importantes para ella: la lucha contra las discriminaciones legales que sufría la mujer y la defensa de la paz. A ellos dedicó su actividad política y literaria como abogada, diputada y periodista. Cuando comenzó la Guerra Civil española, Campoamor se exilió a Suiza y continuó escribiendo. No disfrutó del regreso de las libertades democráticas y murió en Lausana, Suiza después de un exilio ambulante. Maestra y escritora Si bien es cierto que la mayor parte de la exposición recorre su labor política a través de textos y piezas, también revela su desconocida labor como docente de taquigrafía y mecanografía en el Grupo escolar Bailén y en una escuela unitaria de Madrid. La exposición relata cómo Campoamor agradeció a la Sociedad Económica Matritense «como mujer madrileña y como práctica del arte taquigráfico» el haber introducido la taquigrafía en España y haber hecho accesible su estudio a las mujeres. Además, consideraba que el acceso a la taquigrafía «iba a facilitar a la mujer uno de los más poderosos medios de liberación económica». Además, le inculcó «el acicate de la cultura y un desenvolvimiento cultural». Campoamor no abandonó la educación pese a sus otras funciones como abogada, periodista y diputada, de modo que mientras defendía a los acusados en los tribunales, la activista seguía ejerciendo como maestra en el Grupo Escolar Bailén. La exposición cuenta con una recreación de las escuelas del momento en Madrid y los telégrafos que utilizaban las alumnas de Campoamor en clase. Dos publicaciones de la revista 'Estampa' sobre la vida de Clara Campoamor eSTAMPA/biBLIOTECA NACIONAL A través de sus artículos , defendía una educación femenina que ofreciera los mismos contenidos tanto para hombres como para mujeres. Para ella, la formación era una promesa con la que alcanzar la soñada autonomía: «Casi todas las alumnas que cursan sus estudios libremente lo hacen animadas por el deseo de intensificar su esfuerzo, sometiendo su cerebro en tensión fructífera, sin perder momento, estudiando aviadas y comprensivas, para abreviar el largo interregno que les separa del pleno desarrollo intelectual». Campoamor estuvo vinculada al mundo del periodismo desde joven ya que fue secretaria del director del periódico 'La Tribuna', donde publicó sus primeros artículos que le ayudaron a relacionarse con algunos intelectuales de la época como Eva Nelken, también comprometida con los derechos de las mujeres. La escritura le acompañó siempre y a lo largo de su vida publicó artículos y columnas en diarios como 'Nuevo Heraldo', 'El Sol' o 'El Tiempo'. Tras el estallido de la Guerra Civil española, Campoamor escribió una de sus obras más importantes, 'El voto femenino y yo: mi pecado mortal', en el que deja su testimonio del costoso proceso político para conseguir que las mujeres pudieran votar. Aunque muchos de los temas que abordó estaban relacionados con la defensa de los derechos de la mujer y el sufragio femenino, también trató el sufrimiento de los inocentes, como el de los niños: «El hambre, con toda la terrible desnudez de estas palabras, que, para vergüenza de lo que se llama civilización, tiene todavía un valor real y cruel en todos los idiomas, el hambre y la miseria más espantosa minan la existencia de los niños de Riotinto».