18 años, 17 puñaladas
Camino al trabajo me cruzo con una pareja que me atrapa. No sé bien por qué, pero me detengo en los rostros cándidos y aniñados de esos dos jóvenes que, intuyo, no hace mucho estrenaron la veintena. Me fijo en cómo ella, de melena larga, negra y ondulada, le lanza a él una mirada tímida que acompaña con una sonrisa incipiente. Cuántas veces me he visto en su lugar. La respuesta de él llega a través de unos ojos dulces que se clavan en la chica como el aguijón de una abeja a la piel. Ninguno de los dos habla. No hace falta verbalizar lo que ya dicen los gestos. ...