La primera vez que creí -luego el asunto se diluyó como el azucarillo de azúcar en un café- que el problema del acceso a la vivienda en la provincia podía tener solución (vaya por delante que admito que no es sencillo) fue durante el primer gobierno del Botànic. Ximo Puig había nombrado a María José Salvador consellera de Vivienda, con lo que ponía al frente del departamento a la persona que, como diputada en la oposición socialista, había sido el azote de los gobiernos del PP en esta materia incidiendo en dos aspectos clave: la falta de promoción de la VPO y el nulo interés o inoperancia de los ejecutivos populares por resolverlo en medio de un crisis económica profunda.