Es un tipo especial Fred Kerley. El velocista tejano, un hombre alto, desgarbado y con una técnica de carrera peculiar, no quiso dejar lugar a dudas sobre su candidatura al oro de los 100 metros y protagonizó una espectacular galopada ya en la primera ronda eliminatoria. Cuando los favoritos suelen limitarse a desentumecer músculos, mirar de reojo a sus rivales y ahorrar energías, Kerley impresionó a todos y detuvo el crono en 9.79. Jamás se vio nada similar. Ni en los mejores años de Usain Bolt (2008 y 2009) se había registrado un crono así antes de las semifinales. En los Juegos Olímpicos de Pekín, hace ya 14 años, Usain Bolt impresionó a todos al acceder a las semifinales con un crono de 9.92. Un año más tarde, en los Mundiales de Berlín, su mejor año, el jamaicano corrió en 10.03 para entrar en semifinales. Lo realmente impresionante de los 9.79 conseguidos por Kerley la pasada madrugada ha sido la facilidad, la soltura y la sensación de ausencia de esfuerzo que ha mostrado, a pesar de ir a una velocidad elevadísima. El subcampeón olímpico está en uno de esos momentos dulces de forma que alcanzan a veces los atletas e invita a pensar en un gran crono de cara a la final de la próxima madrugada. Desde el punto de vista técnico, Fred Kerley es un caso muy extraño entre los velocistas. Brilló antes en los 400 metros (fue bronce en esta distancia en los Mundiales de 2019) que en el hectometro y está recorriendo un viaje inverso al que suelen protagonizar la mayoría de los atletas. En lugar de subir de distancia con la edad, el estadounidense ha bajado del 400 al 100. También es un recorrido que le va a permitir ganar más dinero. Los 100 metros son la prueba reina en los grandes 'meetings' de atletismo, una distancia corta pero de elevada rentabilidad. Tras su exhibición en la primera ronda eliminatoria de Eugene, los técnicos se preguntan cuál puede ser el techo de la velocidad de Kerley. La gran referencia obviamente son los 9.58 de Usain Bolt, que ya duran 13 años como plusmarca mundial. Se trata de un récord durísimo, conseguido en el momento más dorado del bólido jamaicano, cuando acostumbraba a ganar con tres metros de diferencia en la línea de meta. La realidad es que Kerley no está lejos de alcanzar ese nivel. Ese es ya su gran reto.
