En el horizonte, un adiós. Antes, el calor de los fans. El que esta noche de sábado sentirán Izal (23.30) en el Atlantic Fest; sin los condicionantes del año pasado en el Monte do Gozo, por el Covid. Mikel Izal, vocalista y compositor, charla con ABC. —¿Notan al público con más ganas que nunca de pasarlo bien? —Este año se notan las ganas acumuladas, el público tenía muchas ganas de poder volver a la normalidad en general. Nuestro sector sufrió muchísimo las condiciones en las que se debían llevar a cabo los conciertos y de ahí que esta vuelta a lo que es un concierto 'de verdad' esté siendo una explosión de alegría y energía sin precedentes. Cada concierto es una fiesta por todo lo alto. —Anunciaron un «parón indefinido» cuando acaben la gira, en octubre. ¿Qué se les pasa por la cabeza? —Si unimos este hecho a lo que antes hemos hablado, de lo peculiar de este año, con la vuelta a los conciertos por todo lo alto, el resultado es que para nosotros estos conciertos están siendo extremadamente emotivos. Muchísima nostalgia en cada canción, que se mezcla con la alegría y la energía tanto en el público como en nosotros mismos. Es una suerte poder despedirnos sin limitaciones. Está siendo sin duda nuestra gira más emocionante en muchos aspectos. Es como la tormenta perfecta para nosotros por la unión de estos dos aspectos, nuestra despedida y la vuelta a la normalidad. No puede haber más energía en el aire cada noche. —Después del éxito en estos doce años, ¿tiene que ver este parón con la presión de estar a la altura en cada canción? ¿Disfrutaba ahora menos del proceso creativo que con la 'inocencia' de los primeros discos? —Desde luego que recuerdo con añoranza los años en los que todo importaba mucho menos, en los que todo daba un poco más igual, pero no sería justo pensar que el éxito que nos ha regalado el público tenga solo aspectos negativos. Vivimos noches absolutamente increíbles con decenas de miles de personas delante cantando tus canciones… Todo tiene un precio. Es imposible vivir lo que vivimos sin que haya nuevas presiones y responsabilidades. —Seguro que tiene algún proyecto en el cajón. —En este momento solo quiero hablar del presente, de disfrutar con el grupo de estos últimos conciertos sin pensar en nada más. Tengo que trabajar en disfrutar del ahora sin mirar más allá y eso estamos haciendo en esta gira. —Llegan a Vilagarcía con 'Hogar', quinto álbum de estudio. ¿Es el trabajo del que se siente más orgulloso? —Sin duda. Creo que son mis mejores canciones tal y como yo entiendo la música, las mas desvergonzadas en el mejor de los sentidos, las mas importantes para mi. También a nivel musical las que mejores melodías y letras me han inspirado. Y también a nivel de producción y arreglos. Por otro lado, todo en un ámbito artístico debe suponer una evolución para el creador y supongo que a todo compositor lo último es lo que le parece más interesante. Pero sí que creo que este disco tiene una intimidad, una verdad, unas sensaciones que brillan un puntito por encima del resto de mi trabajo de composición. —En una entrevista reciente criticaban el exceso de festivales que hoy hay en España. ¿Qué les atrae de la propuesta del Atlantic Fest? —Cada festival tiene su identidad, ya solo por ubicación geográfica cambia el carácter, el paisaje, el latir de la gente. Galicia era parada obligada porque siempre hemos sido felices ya no solo en el escenario si no en el antes y después de los conciertos gallegos. También nos atrae hacer algunos festivales que nunca hayamos pisado antes, como es el caso del Atlantic. —Antes que ustedes se subirá al escenario Andrés Calamaro . Los Rodríguez también se disolvieron en un momento álgido. ¿Es un buen espejo? —Creo que excesivo, pero se agradece la comparación. Ojalá dejemos una huella feliz, bella, en todas las personas que nos han seguido en estos doce años y cinco discos tan intensos. Ojalá alguien siga escuchando nuestros discos toda la vida. Eso sería muy bonito
