Sergio Massa ante los sommeliers y una interna de 110 años
La auditoría del Frente de Todos y las posibilidades de Sergio Massa. Macri en el espejo de Cristina y la interna radical que irrumpe en Juntos por el Cambio
No son Ernst & Young (EY), PWC, Deloitte o KPMG: los mejores auditores están en el Frente de Todos.
El extraño formato de la coalición que le busca la vuelta a ser gobierno desde 2019 es así:
- Alberto Fernández duda, analiza, va y viene y toma una decisión. Ponele que designa un ministro;
- A partir de ahí, hay que ver si Cristina Fernández lo apoya explícitamente, algo que no ocurre nunca, o calcular cuánto tiempo hace silencio antes de un primer tuit seguramente ortiva, más para cuidar su legado que otra cosa;
- Pero sobre todo y en el mientras tanto, aparecerán un Cuervo Larroque, un Hugo Yasky, una Juliana Di Tullio que dirán "mmmm, la verdad que es una cagada que nombraran a tal persona, no nos consultaron" o "muy flojo el secretario tal, le falta actitud". ¿Tienen chapa de grandes gestores? ¿Han sido los cracks del desalojo cuando les tocó? ¿Son una máquina de presentar los mejores proyectos de ley? ¿O son sommeliers gratuitos que hablan por la Jefa, en un gobierno que integran pero haciéndole el ole a cualquier responsabilidad de una política económica, de una represión en un partido de fútbol?
Intrigas del nuevo capítulo de "el último que apague la luz" en el Poder Ejecutivo, tan repetido que hasta ya pasa inadvertido. Como si lo cinematográfico de la salida de un ministro de Economía mientras hablaba la vicepresidenta y el dólar y los precios volaban hace apenas dos meses y medio, ya hubieran agotado la capacidad de asombro de la población.
Lo escribió alguien en Twitter. El desgobierno es tal que de una u otra forma digerimos con una naturalidad más de Borgen las movidas de una administración que en realidad no se está relanzando ni rebalanceando todo el tiempo, sino que está atravesando una huida de los propios.
Los que prefieren abrazar sus banderas de cara a la historia o salvar su pago chico antes de permanecer y hacerle frente a semejante riesgo de descalabro.
¿Podrá Sergio Massa en este marco cortar la inercia de una inflación que se acomodó al 7%? Si saca un día un cargo extra para las compras en dólares en el exterior y así no devaluar; si toma mañana decisiones más estructurales para animarse a un plancito de shock, ¿qué opinarán los auditores?
Todo funcionario lo sabe en esta administración: no sabes cuál es tu suerte hasta que no opine el secretario general de La Cámpora una mañana después de levantarse en una radio afín; hasta que no dé un discurso un sábado a la tarde Máximo Kirchner recordando la experiencia de haber visto gobernar al papá o hasta que no haya un video emotivo en la cuenta de Twitter en la organización con música de Imagine Dragons o Los Redondos.
Juego de espejos
Es loco, pero no hay que hacer nada de esfuerzo para entender que -en paralelo- Mauricio Macri hoy está actuando en Juntos por el Cambio en un espejo de cómo ha venido comportándose Cristina Kirchner en el oficialismo, aunque -claro está- sin la gravedad que tiene la discusión pública cuando te toca gobernar.
En su momento la vicepresidenta marcó la cancha entre nosotros, el pueblo, y ellos los neoliberales. Luego, fue delimitando posibles campos de acción al postular que "la inflación no es por el déficit fiscal" o que "los precios aumentan por las ganancias de las alimenticias". No siempre impuso su criterio, de ahí la indefinición y la zig zag permanente. Pero fue la reina del veto, muchas veces real, muchas otras simbólico.
Ahora, el ex presidente está desatado en sus postulaciones extremas para un eventual nuevo gobierno en 2023. Habrá que ser drástico con la baja del gasto. Habrá que privatizar o hacer desaparecer empresas públicas. Habrá que cambiar la legislación laboral. Habrá que abrir las importaciones y que sea lo que sea. Cualquiera que no haga eso es "populista light". Y eso es apenas lo primero que se conoce de su libro "Para qué".
No parecieran mensajes tan destinados a diferenciarse del kirchnerismo como sí pensados para alinear su propia interna, o de marcarles la cancha. Es lo que han detectado figuras como Martín Lousteau, que no descarta dar un portazo si Macri se vuelve loco y se pasa de largo con su separación entre el populismo versus los buenos.
El podcast del historiador Leandro Losada que se titula "Historia de la oligarquía argentina" recorre el poder de las familias más ricas del país y su participación en la vida pública a comienzos del 1900. Allí recuerda el año 1912 como una fecha clave para la puesta en discusión del modelo agroexportador que los había enriquecido y que siempre late como reivindicado por el PRO. Fue cuando la ley Sáenz Peña abrió la puerta al voto universal y como consecuencia, a la irrupción de la Unión Cívica Radical, en una clara reacción al tipo de país pujante pero para pocos que había existido desde fines del siglo XIX. La interna que hoy se trasluce en Juntos por el Cambio, al menos en cuanto al debate económico, no es nueva. Tiene 110 años.
La otra pelea tiene que ver con la responsabilidad del espionaje ilegal en la Agencia Federal de Inteligencia en tiempos de Macri. La disparó Facundo Manes y hubo réplicas furibundas de los seguidores del expresidente. Eso sí. En su flamante nuevo texto, revela a su asesor Pablo Avelluto, no hay una línea sobre qué haría con los servicios de inteligencia en un posible segundo mandato, después de la experiencia que tuvo.
Vale recordar qué reflexiona cuando hace la "autocrítica" sobre su gestión en la materia en "Primer Tiempo": "Terminamos con una AFI respetada y reconocida a nivel mundial, un cambio impresionante con respecto a la situación anterior, en la que la vieja SIDE había mirado muy hacia adentro y había estado demasiado cerca de la política y los políticos. Cuando terminó la gestión (...), la AFI tenía una relación de espejo y respeto con los principales servicios de inteligencia del mundo, como el Mossad, el MI6 y las principales agencias de los países latinoamericanos. No sé si en algún momento anterior la inteligencia argentina había sido tan respetada internacionalmente".
Algunos furiosos tuiteros macristas suelen decir: "La locura es total".