Los 140.000 millones de euros de fondos europeos que el Gobierno lleva dos años vendiéndonos, y que no había empresa, grande, mediana o pequeña que no contara con ellos para financiar algún proyecto, están empezando a convertirse en un quebradero de cabeza para más de uno, incluido el propio Ejecutivo. El viernes de la pasada semana supimos por un teletipo de la agencia 'Bloomberg' que tras la visita de 'los hombres de negro' a España, la Comisión Europea había advertido de que no habría más fondos hasta que no se pusiera en marcha el sistema informático que permite controlar el camino que recorren esos fondos hasta llegar a su destinatario final. Tras la alarma generada, la Comisión Europea, presionada por el Gobierno, lanzó un mensaje aclarando que los fondos no estaban congelados, y que cuándo se hiciera la próxima petición, se examinaría si se cumplen las condiciones. O lo que es lo mismo, que no están congelados pero que para que haya nuevos desembolsos hay que cumplir con los compromisos. El Gobierno lo sabe y quizás por eso todavía no ha solicitado el nuevo paquete de ayudas, que preveía pedir en septiembre. No acaba ahí el problema. Esta semana, el Consejo de Ministros aprobaba el nombramiento de un nuevo director general del Plan de Recuperación, después de que la responsable anterior hubiera presentado hacía varios meses la dimisión, y hemos conocido, asimismo, el cese el pasado mes de mayo de un subdirector que se había negado a firmar unos documentos por no estar de acuerdo con ellos. Además, el programa informático encargado de ese control de los fondos sigue sin estar en pleno funcionamiento. Según publicábamos en ABC, el pasado martes el Ministerio de Hacienda enviaba un mensaje a las autonomías diciendo que ya funcionaba, y muchas consejerías insiste en que no es así, y que siguen sin poder volcar la información. Probablemente desde el Gobierno se intentará culpar a la oposición y a los medios de Madrid de ser catastrofistas y de intentar poner piedras en el camino. Y podríamos todos cerrar los ojos y mirar para otro lado, «por patriotismo». Pero el patriotismo no es esconder los fallos en la gestión y en el control de los fondos para que nuestros socios europeos no se enteren... El patriotismo consiste en exigir a nuestro Gobierno que haga bien las cosas para que España reciba el máximo de fondos posibles y que esos fondos se utilizan bien. Por muy europeos que sean, los fondos los pagamos todos los contribuyentes... también los españoles, y es lógico que la Comisión Europea, y que nuestros vecinos del Norte, que ponen más que nosotros, quieran asegurarse de que merece la pena ese endeudamiento extra al que nos hemos comprometido toda la Unión. Escasa ejecución de los fondos La tasa de ejecución definitiva de los fondos fue como máximo del 27% (sobre el total presupuestado) en 2021 y se situaría en 2022 en el 5,2% (a mediados del ejercicio), según Fedea. «Aunque cabe esperar que estas cifras mejoren en los próximos meses, apuntan a una ejecución poco ágil que podría no completarse en los plazos previstos», advierte. Es imposible que en España no seamos capaces de poner en marcha un sistema informático de control de fondos que funcione. Es increíble que 18 meses después de su en teoría puesta en marcha, el sistema Coffee, en el que las distintas administraciones tienen que volcar los datos de los fondos que reciben, siga dando fallos. No podemos ni debemos permitirnos que se sigan produciendo estos fallos y que las dudas sobre nuestra capacidad de gestionar las ayudas se extiendan. Nos dicen los altos funcionarios que Calviño está tomando las riendas, al menos de cara a Europa, por la dejadez de Montero. Pero que esto lejos de ser una solución, se está convirtiendo en un problema porque esta bicefalia confunde a los empleados. Pónganse de acuerdo, señoras, y hagan que esto funcione. España necesita esos fondos.
