La vida en el campo es la vida mejor. No hay prisas y lo ordinario se convierte en un quehacer extraordinario. Es ahí donde uno vuelve a las raíces y tiene menos probabilidades de perder las referencias y vaciar de valor todo lo que le rodea. Es el lugar donde los ritos adquieren un valor esencial en la vida del pueblo. Esto y otras cosas es lo que ha querido reflejar Liz Lobato en 'Tierra de nuestras madres', una película que refleja la crisis que vive la España rural y cómo afecta a una comunidad de un pueblo de Castilla La Mancha. «Esta película surge tras investigar sobre la idea de las expulsiones en el mundo rural. Es algo que ignoramos profundamente. Vemos otra caravana de gente cargada con bolsas, con viejos y niños yendo por los caminos…», asegura su directora. La película trata de un proyecto de creación comunitario. Este tipo de cine es muy distinto al rodaje de una película normal. «Este tipo de proyecto aporta toda la vida que intentábamos que se viera en la película, es decir, que hay todo un pueblo detrás de un suceso así». Noticia Relacionada reportaje Si La España rural, moribunda, toma aire con la llegada de familias de inmigrantes Enia Gómez A cambio de aumentar el censo y reabrir establecimientos, muchas familias de países desfavorecidos logran un trabajo y una casa en los pueblos más remotos. Escapan de una vida anterior, pero también de las grandes ciudades de nuestro país, que juzgan «insostenibles» económicamente «Para mí el concepto es importantítsimo. A mí personaje tuve que empezar a entenderlo, asimilarlo, concebirlo, para meterse en lo profundo y no quedarme en lo superficial. Yo soy poco frívolo en el trabajo», asegura Saturnino García. A sus 88 años, interpreta a la señora Rosario, una señora mayor que vive con Ofelio, su hijo con discapacidad, su borrico y su cabra, y que se gana la vida vendiendo sal de higuera a los viejos, que conocen sus usos milenarios... y a los no tan viejos, mezclándola con tranquilizantes de farmacia y más ingredientes. El pueblo manchego donde viven está arruinado por la ludopatía de sus habitantes y sus gobernantes, que deciden venderlo. Todos se resignan a la venta forzada, pero la casa y la laguna de Rosario están en medio del municipio. Una de sus referencias ha sido su abuela: «Todos tenemos referencias, aunque sea sin darte cuenta». Cuando por La película no habla de una España que se vacía sola, sino de una España que la gente vacía. «No podemos quitarnos esa responsabilidad. Para mí es muy importante esta cuestión de la sumisión. Parece que te quieres quitar un problema de encima y no quieres responsabilizarse. De un problema. La España no está vacía. La estamos vaciando relegando a los agricultores a la nada más absoluta», asegura su directora, que ha querido plasmar esta idea en la película. La tierra es un elemento mediante el cual el hombre se reconoce, o al menos así cree Liz. «Creemos con una prepotencia suicida que podemos vivir sin la tierra». Además, reconoce que este asunto no es algo casual en España, sino que ocurre en todo el mundo. «Debería haber un equilibrio entre la vida comercial y la mercantil con la del agricultor, que está súper explotado. La España vacía tiene mucho que ver con la distancia que se crea entre el agricultor y nosotros ahora mismo en la ciudad. Hace que perdamos referencias», añade el actor. La directora también asegura que la esta distancia genera una pérdida no solo de referencias, sino que además vacía de valor las cosas. «No sabes de donde viene una barra de pan, un trozo de pollo. Si tu no sabes cómo es un gallina, qué más te va a dar tomar medidas que favorezcan el cultivo», añade. La película no solo aborda el concepto de la España rural, sino también la comunidad, algo que poco a poco se va perdiendo en la ciudad. « Hay una cosa muy fuerte y es que estamos ignorando la muerte. Ya no se hacen ritos. Creemos que somos independientes de ellos. No estoy hablando de una religión en concreto, sino de un rito funerario que han existido desde siempre», asegura su directora. Además, reconoce que la vida en el pueblo es muy distinta a la de la ciudad en una cuestión: Uno no puede colgar el teléfono a alguien para no verle más porque sabe dónde vive y conoce a sus hijos. « Necesitamos ritos y necesitamos relaciones humanas con profundidad».